La volatilidad en Jerusalén amenaza la salida de la crisis de Líbano

París debía concentrarse ayer en Beirut y en la salida de Líbano de su crisis política. Para ello, había previsto mostrar el apoyo decidido de la comunidad internacional desplazada hasta la capital francesa a su primer ministro, Saad Hariri, a la par que realizaba una advertencia firme a las fuerzas internas libanesas como Hezbolá, pero también a las potencias regionales como Arabia Saudí o Irán, para que dejen de interferir en el país.

Sin embargo las miradas, y las preocupaciones, se dirigieron primero a Jerusalén, un potencial polvorín tras la decisión de Trump de reconocerla como capital de Israel. Un gesto, advirtió Hariri, que supone un “desafío suplementario” a una región ya de por sí cargada de tensiones.

A su lado, y frente al secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, participante en la conferencia internacional sobre Líbano convocada por el presidente francés, Emmanuel Macron, este llamaba a la calma, aunque a la par advertía de la futilidad de “decisiones unilaterales” como la de Jerusalén.

“La decisión de EU de reconocer Jerusalén como capital del Estado israelí complicará aún más el proceso de paz (palestino-israelí) y supondrá un desafío suplementario a la estabilidad de toda la región”, afirmó Hariri con gesto grave al inicio de la reunión del Grupo Internacional de Apoyo a Líbano.

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