El Tiempo: ¿forma o fondo?

FAMILIA POLÍTICA
    A pesar de las posibilidades de real alternancia, hoy en México, ningún acto anunciado despierta tantas expectativas como el llamado “destape”, dentro del Partido en el poder.  Se quiera o no; guste o no guste, la opinión pública, vive en estos días en espera de una decisión que se encuentra en la fase: “como dice el refrán, dar tiempo al tiempo”.  Finalmente en la liturgia interna: “El que manda, manda y si se equivoca vuelve a mandar”.  La forma y el fondo se identifican.

“En política la forma es fondo”.
Jesús Reyes Heroles.

“Sabia virtud de conocer el tiempo” escribió Renato Leduc como pie de un poema que, transformado en canción, adquirió gran popularidad. Cuentan los enterados que todo surgió por una apuesta que el autor pactó con sus amigos bohemios quienes lo retaron a escribir un soneto con la palabra tiempo, a sabiendas de que en español no tiene consonante.  La rima es un elemento formal para la construcción de esta complicada expresión de la poesía clásica: un soneto sin ritmo, métrica y rima no es soneto.
    La mayor parte de los sustantivos, adjetivos y algunas otras expresiones gramaticales en nuestro idioma, es de naturaleza polisémica; esto es, las palabras pueden tener diferente significado en relación con su contexto.  Así, el poeta utilizó la misma palabra, en distinto sentido para ganar la apuesta y conseguir un equilibrio estético entre el fondo y la forma.  Versificar no es lo mismo que hacer poesía.
    Aristóteles decía que la forma hace que las cosas sean lo que son: un montón de tablas, por ejemplo, son una mesa en potencia, pero no son la mesa misma, hasta que se les da forma.
    Don Jesús Reyes Heroles recogió los conceptos anteriores y los aplicó a la Política (una de las actividades superiores del hombre) y a los políticos, sus principales actores.
    En estos tiempos coyunturales, el país espera decisiones trascendentales para su vida institucional durante los próximos seis años.  Tal vez, cuando estas letras vean la luz, ya la opinión pública conozca oficialmente algunos nombres de quienes aspiran a obtener la candidatura y luego la titularidad de la Primera Magistratura, mediante el cumplimiento estricto de una serie de actos litúrgicos.
    En la vida, como en la poesía, el tiempo tiene diferentes connotaciones, a saber: una para quienes esperan que el gran elector (el Partido Político) decida en su favor.  Otra para la instancia resolutora.  Ambas partes deben sujetarse a la máxima leduciana: “sabia virtud de conocer el tiempo”.
    Aunque con los hilos en la mano, el mando supremo espera el momento preciso para pronunciar ante el nuevo ungido las palabras mayores, sacramentales signos de su nueva investidura que habrán de legitimarlo para salir a la calle en busca del sufragio popular pero, antes de que la incógnita se despeje, se dice que “el que espera desespera” y en ese lapso se pueden cometer errores que cambien una determinación ya tomada por muchos que sean los factores que la sustenten: compromisos, amistades, intereses, gratitudes…  tienen qué sacrificarse ante el máximo valor que contiene la célebre frase de Don Vicente Guerrero: “La Patria es primero” (lo digo exponiéndome a que se me juzgue cursi o demagogo).  Ante las presiones, el que ordena debe recordar el segundo verso del soneto de Don Renato: “A tiempo amar y desatarse a tiempo”.
    En todas las formas y en el fondo, el Gran Tlatoani tiene la ineludible responsabilidad histórica de asumir la responsabilidad de su último acto de poder omnimodo, el cual consiste en autoinmolarse para dar a luz a quien puede ser el continuador de su obra… o su verdugo.  Siempre correrá el riesgo de equivocarse.
    En tiempos del Partido casi único, todo el poder de quien se iba pasaba de manera paulatina al que llegaba (actualmente ningún triunfo electoral está seguro).  Muy ilustrativa es la parábola de las tres cartas que el mandatario saliente dejaba al entrante en sendos sobres lacrados, con la orden incontrovertible de abrir la primera al terminar el año inicial de su periodo, la segunda en el tercero y la última en el sexto, después de conocer al próximo Jefe de las instituciones nacionales.  La primera contendría un imperativo consejo “¡Échame la culpa de todo lo malo!”  La segunda diría: “Haz cambios en tu gabinete” y la tercera: “Escribe tres cartas para tu sucesor”.
    A pesar de las posibilidades de real alternancia, hoy en México, ningún acto anunciado despierta tantas expectativas como el llamado “destape”, dentro del Partido en el poder.  Se quiera o no; guste o no guste, la opinión pública, vive en estos días en espera de una decisión que se encuentra en la fase: “como dice el refrán, dar tiempo al tiempo”.  Finalmente en la liturgia interna: “El que manda, manda y si se equivoca vuelve a mandar”.  La forma y el fondo se identifican.

Noviembre, 2017.

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