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Piden 43 mdp para fisuras en ex convento

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    •     Dictamen del INAH no coincide con la evaluación de Cuajimalpa, que pide alto presupuesto para restaurar el claustro del Desierto de Los Leones tras los sismos


Sonia Sierra  (EL UNIVERSAL).- En el ex convento del Desierto de los Leones los terremotos de septiembre no ocasionaron la caída de ningún muro, arco o columna; tampoco hubo daños en las estructuras del antiguo edificio que alguna vez fue monasterio de monjes carmelitas.
La evaluación de daños que hizo la delegación Cuajimalpa —un Dictamen de Seguridad de las Áreas Afectadas que firma el ingeniero Marco Antonio Tapia Lizárraga— dista de lo que expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) concluyeron sobre lo que pasó allí.
En dos muros de su atrio —frente al altar mayor— sí se pueden ver grietas de alrededor de un metro de alto —en buena medida, continuando el camino de antiguas humedades—. Hoy no hay acceso al altar mayor; hay, alrededor, un cerco con cintas para evitar que pase el público; sin embargo, no hay apuntalamientos, medida que se ha ido implementando en casi todos aquellos inmuebles del país donde es inminente que una o más estructuras se vengan abajo.
El exconvento del Desierto de los Leones se encuentra en el Parque Nacional del mismo nombre, el cual tiene una extensión de más de mil 800 hectáreas. El monasterio es una de las obras de la Colonia más importantes en la Ciudad de México; data de 1550 y es la que se encuentra en el lugar más alto y húmedo. Resintió los terremotos del 7 y 19 de septiembre en un muro del primer claustro, en los muros del atrio frente a la nave mayor, en el túnel que era su antiguo drenaje donde se abrió una grieta más profunda en el techo, en el techo de dos de los pasillos, en los resanes de varios muros contemporáneos de la entrada; desprendió piedras en un arco y, según las autoridades de Cuajimalpa, causó separaciones en toda la barda que rodea el exconvento. En esto último es difícil determinar si fue la humedad o si fueron los terremotos los causantes de ese deterioro.
Los daños en este inmueble histórico no se comparan con la destrucción de las iglesias de Puebla y Tlaxcala, con las torres caídas de templos de Xochimilco, Cholula y Juchitán, con la destrucción de campanas y objetos religiosos, con la caída que dejó hechos polvo los frescos de claustros de Tehuantepec y Milpa Alta.
Lo que sí es cierto es que los elevados niveles de humedad de esa zona de la Ciudad de México hacen que el ex convento del Desierto de los Leones sea más vulnerable que muchos otros a las filtraciones y al desgaste.
Aun así, resalta la cifra que, para reparar los daños sufridos a consecuencia de los terremotos de septiembre, se ha pedido en el proyecto de restauración del inmueble: 43 millones 542 mil pesos. Así se lee en el documento que entregó la delegación Cuajimalpa a comienzos de octubre. Ayer, Arturo Ocádiz, subdirector de Turismo de la Delegación, dijo que estaban a la espera de que FONDEN (Fondo Nacional de Desastres) respondiera —ayer o esta misma semana— sobre la petición de recursos: “Nos han traído en reuniones. No sabemos si van a darlos, si no, y se va a acabar el año”.
Según la delegación el documento se entregó a través de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, aunque esta dependencia respondió, ella es intermediaria entre las delegaciones y el FONDEN, pero que no tiene injerencia en el caso del ex convento del Desierto de los Leones.
Este informe de la delegación está sustentado en una evaluación de las distintas áreas que firma el ingeniero Marco Antonio Tapia Lizárraga, quien describe daños en cada zona.
En un recorrido Rafael Corona, administrador del ex convento, explicó a este diario que el sismo causó afectaciones, sobre todo, en las zonas más vistosas: “Tuvimos cuarteaduras, fisuras, algunas separaciones o desprendimientos de piedra que no habíamos visto en mucho tiempo”. Aclaró que personal del INAH visitó el ex convento y las iglesias de San Pablo Chimalpa y San Lorenzo Acopilco, las más dañadas en la delegación.
EL UNIVERSAL solicitó al Instituto Nacional de Antropología e Historia el dictamen tras la visita de sus especialistas al inmueble. Se preguntó si las pérdidas que hallaron coincidían con las que Cuajimalpa estaba reportando y por las que solicitaba recursos por 43.5 millones. El INAH, a través de la Coordinación Nacional de Monumentos, respondió: “No, no coinciden. Estrictamente los daños generados por los sismos consisten de fisuras, grietas y pequeñas pérdidas de verticalidad en algunos muros”.
Ahí mismo, acotó que el INAH “tiene atribuciones para actuar como autoridad normativa para determinar la viabilidad de las reparaciones de los daños y emitir la autorización para la intervención que estará bajo la responsabilidad de la delegación Cuajimalpa como unidad ejecutora para ejercer los recursos que apruebe el FONDEN”. El INAH no dio más detalles sobre el dictamen realizado.
A la pregunta de si son o no daños estructurales, Rafael Corona respondió durante el recorrido que esto debe decirlo un director responsable de obra. “Sin embargo, por lo que nosotros podemos apreciar sí son visibles, totalmente, nos causan preocupación, son notorios. Creemos que si el sismo pudo causar este daño, uno siguiente puede provocar un daño mayor. La lluvia va generando filtraciones de agua donde nos las había y puede dar pauta a otra situación”.
Hoy el convento se encuentra parcialmente abierto. En sus patios, con todo el frío del otoño, siguen llegando quinceañeras a tomarse su idílica sesión de fotos porque la que pagan $850; esos recursos, más las entradas de más de dos mil personas cada fin de semana ($15 cada uno) son algunos de los mayores ingresos del ex convento, donde trabajan 90 personas.
Ante el cuestionamiento de si la nave mayor se dañó, Rodrigo Corona respondió: —No se dañó al interior. Encontramos un poco de desprendimiento del aplanado”.
Su respuesta, no concuerda con el dictamen del ingeniero Marco Antonio Tapia quien apuntó en el documento: “…se clasifica el área completa de la ‘Nave Mayor’ como de alto riesgo-insegura. Esto incluye las áreas de nave mayor, coro, capilla anexa, nartex y pasillo del monje”. Al final de este punto del dictamen Tapia resalta: “Es necesario realizar un reforzamiento en toda la nave mayor”. Estos daños en la nave mayor, tampoco aparecen en lo que dijo el INAH.
De acuerdo con Corona, el proyecto pone “a consideración opiniones de directores de obra para que puedan ser valoradas por las instancias a las que les corresponde y se puedan resarcir los daños causados por este sismo y lo que pudieran generar si no se atendiera en su momento”.
—¿No es muy alto pedir más de 40 millones de pesos?
—Creemos que no. El trabajo de restauración aquí no es tradicional. Es prácticamente artesanal y ese tipo de trabajo conlleva un costo más elevado. Si no se hace así, no podría ser avalado por el INAH.
Corona insiste que el recurso de 40 millones sólo será para obras de restauración generadas por los sismos, y que no formará parte de otro proyecto para recuperar el inmueble que este 2017 cumple un siglo de la declaratoria de Parque Nacional.
—¿Que se combinen los factores humedad y sismos no causa un conflicto? FONDEN cuestionará que algo es por humedad y no por los sismos… —”Pues, podrá cuestionarnos que es del sismo… sí, creo que lo pueda cuestionar. Pero al final de cuentas ambos son desastres naturales y esos no los causamos nosotros. Ese es el objetivo del Fondo, si bien lo generó el sismo como tal, o pudo ser que estuviera humedecido y que el sismo hiciera que esto se agravara… Las dos cosas están causando un daño a un patrimonio que debe ser restaurado y la naturaleza es la que nos está ayudando a que no se rehaga si no le ponemos la atención adecuada”, concluye el administrador.