Golpe tras golpe a Trump por la trama rusa

    •    El “Rusiagate” a todo vapor


La actuación descrita comenzó una década antes de la campaña estadounidense y no está relacionada con la labor de asesoría de Manafort a Donald Trump, pero es un problema grave para el presidente, ya que sitúa a una pieza clave de su equipo electoral en el centro de múltiples delitos relacionados con una persona afín a Vladímir Putin, convirtiéndole en alguien vulnerable a presiones o chantajes.
La investigación de la trama rusa, que busca esclarecer si hubo coordinación entre el equipo electoral de Donald Trump y Moscú para influir en las elecciones presidenciales, entró en el terreno de las acusaciones formales señalando a quien fuera uno de los hombres fuertes de Trump, Paul Manafort.
El exdirector de campaña se entregó al FBI junto a un socio suyo, Rick Gates, para responder por una docena de delitos que incluyen la conspiración contra EU (por ocultar sus actividades y sus ingresos) y el lavado de dinero. Ahora se encuentran bajo arresto domiciliario. Los cargos no se refieren a la campaña electoral, sino que se centran en la asesoría a un político ucraniano afín a Putin.
En cambio, la confesión de otro asesor de Trump, George Papadopoulos, sí abona las sospechas de connivencia: admitió contactos con una persona cercana al Kremlin que le prometía trapos sucios sobre Hillary Clinton y se declaró culpable de haber mentido al respecto.
Un jurado indagatorio aprobó la acusación por los presuntos delitos contra Manafort y su socio el viernes, en el marco de la macroinvestigación que desde el pasado mes de mayo dirige un fiscal especial, Robert Mueller.
Las pesquisas de Mueller no se centran en si Moscú quiso interferir en las elecciones estadounidenses -algo que las agencias de inteligencia de EU y el FBI ya dan por probado- ni en si esta presunta operación rusa tuvo algún efecto en los resultados electorales -materia de debate para politólogos y sociólogos-, sino si entre el Kremlin y la campaña de Trump hubo algún tipo de colaboración para favorecer la derrota de la demócrata Clinton.
Según el documento de la acusación, entre al menos 2006 y 2015, el abogado Manafort, un conocido lobista en Washington, estuvo actuando junto a su socio como agente del Gobierno de Ucrania y del partido de Victor Yanukovych sin haberlo registrado legalmente.
Esta actividad, irregular, le generó decenas de millones de dólares que ocultó a las autoridades a través de un entramado de cuentas y sociedades. En concreto, más de 75 millones se desviaron a cuentas opacas en el extranjero y Manafort blanqueó hasta 18 para comprar una casa y otros bienes y servicios. Los presuntos delitos que se le achacan engloban la conspiración contra EU, falso testimonio, lavado de dinero, entre otros. Ambos se declararon no culpables en su comparecencia ante el juez, pero quedan bajo arresto domiciliario. Las fianzas se han fijado en 12 millones para Manafort y cinco para Gates.

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