LAGUNA DE VOCES

    •    El frío 


Las mañanas ya son frías. El sol se asoma un rato al mediodía, pero luego se hace nostálgico, desinteresado en la vida. Pareciera que los días últimos de octubre coinciden con su actitud melancólica, indiferente, como son los que un día se amaron y luego simplemente vieron desaparecer ese algo que los mantenía unidos; como si fuera cosa de vida o muerte la separación que finalmente no lo fue. El sol se comporta así, y no se parece al de la primavera todo lleno de promesas. Es simplemente triste, y sus razones tendrá.
    Por eso los seres humanos se dieron a la tarea de festejar a los muertos y luego la Navidad, porque es imposible no entristecerse si dejamos que todo gire en torno al Astro Rey. Se marcan las opciones de la fiesta, que ocupan por necesidad justamente los meses en que de la mañana al anochecer apenas si sacamos los ojos a través de la bufanda.
    Y como ya casi es noviembre, los ahora viejos propósitos deberán desecharse por necesidad, porque simplemente ya no podrán cumplirse, de tal modo que de alguna manera tendrán que renovarse con ingenio para ser los mismos de siempre, pero diferentes.
    Por obligación y costumbre muchos tienen la necesidad de hacer un balance del año, para concluir casi siempre que ya les fue bien si lograron sobrevivir hasta estas alturas, y por supuesto con ello me refiero a los de cierta edad, aunque en estos tiempos traicioneros en que una enfermedad rara puede aparecer en cualquier momento, ya todos están en la misma tesitura.
    Sin embargo puede que valga la pena empezar a detenerse cuando haya oportunidad, para mirarnos y empezar con preguntas sencillas, hasta desembocar en las que con toda seguridad nos pondrán incómodos, pero como es asunto de soledad, resulta que todo es válido.
    El calor con un sol esplendoroso casi nunca invita a reflexiones de ningún tipo. Se entiende que la vida es para vivirse, y que cada día es una oportunidad, y todo eso que hemos aprendido de los motivadores profesionales, a los que con frecuencia criticamos severamente, pero que un día cualquiera comprendemos que son miles los que compran libros en que les dicen que todo es asunto de echarle ganas, porque en términos reales todos necesitamos de eso, de que nos animen.
    El frío siempre invitará a pensar, volver a pensar, y luego desembocar en un gesto de profunda melancolía, porque no hay existencia que pueda preciarse de haber logrado sus más caros objetivos, ni siquiera la de los que animan por vocación y negocio.
    No, el frío nos hace caer en la cuenta de que simplemente hacemos lo que podemos, que como decía una tía, nos defendemos como gatos panza arriba en el trayecto que nos ha tocado recorrer. Y defenderse es en términos concretos y literales, porque de no hacerlo corremos el riesgo de acabar apachurrados por una turba que no sabe a ciencia cierta para que se hizo el invierno.
    Tendrá que venir la primavera, el calor que a tanta gente le gusta.
    Pero el frío es perfecto.
    Nos convoca a la reflexión, a pensar, a mirar el mundo con ojos diferentes.
    Es además un descanso para el sol, que seguramente se cansa en no pocas ocasiones de hacer una misma tarea durante sus horas de trabajo.
    En poco tiempo llegará el invierno.
    La navidad.
    El fin de año.
    Y la rueda habrá dado otra vuelta entera.
    Y nosotros con ella.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
    El calor con un sol esplendoroso casi nunca invita a reflexiones de ningún tipo. Se entiende que la vida es para vivirse, y que cada día es una oportunidad, y todo eso que hemos aprendido de los motivadores profesionales, a los que con frecuencia criticamos severamente, pero que un día cualquiera comprendemos que son miles los que compran libros en que les dicen que todo es asunto de echarle ganas, porque en términos reales todos necesitamos de eso, de que nos animen.

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