Juego mortal

CINE DE MAÑANA

Los juegos sádicos se han puesto de moda, desde la exitosa saga Saw de James Wan, o de clásicos como El juego de David Fincher.
Ese es el tema de Sesenta minutos para morir, séptimo filme de Will Wernick, a cuya premier nos invitaron los buenos amigos de ZIMA.
El guión de Noah Dorsey narra la historia de Tyler (Evan Williams), un exitoso yuppie, que celebra su cumpleaños número treinta y uno en compañía de sus amigos.
Su novia Christen (Elisabeth Hower) les ha comprado lujosas invitaciones a un Escape room, a mil dólares cada una.
Y ya muy alegres por la champaña ingerida, deciden aceptar el reto.
Suben a un camión, en el que son narcotizados.
Despiertan en cuartos separados en parejas, y Tyler hace gala de su inteligencia, resolviendo acertijos que les permiten encontrar una llave y salir del cuarto.
También su antigua pareja Natasha (Annabelle Sthepenson), que todavía lo quiere, muestra gran inteligencia.
Pero para su sorpresa, al no resolver acertadamente uno de esos acertijos, ven como su hermana y su novio, mueren asfixiados con gas.
Y además aparece en una pantalla Christen desnuda y enjaulada, con un reloj en el que se advierte que le queda menos de una hora de vida.
¿Podrán rescatarla sus amigos?
A diferencia de Saw, el sádico organizador del juego siniestro apenas aparece al final de la cinta, y nunca lo vemos, ni conocemos sus móviles.
Lo que resulta refrescante, es que no caigan en estereotipos en los que los más disolutos sean los primeros en morir.
Escape room resulta pues un modesto filme de horror y de suspenso, que mantendrá el interés de los espectadores durante sus 81 minutos, pese a que no hay nombres conocidos en su reparto.

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