Kurz, de 31 años y responsable de estas elecciones anticipadas, debe su fulgurante éxito al hecho de haber copiado el programa de Strache para endurecer la entrada de inmigrantes en Austria, un país aún conmocionado por la llegada de 150.000 refugiados desde 2015 (más del 1% de la población)
Austria cerró el viernes la campaña electoral más sucia que se recuerda con la sensación de asistir al final de una era. El bipartidismo de conservadores (ÖVP) y socialdemócratas (SPÖ) que ha dominado la vida política del país alpino desde el final de la Segunda Guerra Mundial está agotado y la derecha populista del FPÖ está dispuesta a cubrir ese espacio dejado por dos partidos que han gobernado en Gran Coalición 44 de los últimos 72 años.
El último debate televisado de la noche del jueves entre los cinco principales candidatos mostró cuánto difieren sus prioridades. Mientras el canciller socialdemócrata Christian Kern ponía el énfasis en el pleno empleo (5,4%) y la buena situación económica, sus rivales lo hacían en la inmigración, tema estrella de esta campaña.
Para el actual ministro de Asuntos Exteriores y candidato conservador Sebastian Kurz, favorito en los sondeos con un 33%, es necesario reducir las ayudas a los inmigrantes para garantizar el Estado del Bienestar.
En la misma línea, el ultra Heinz Christian Strache, que con un 25% lucha voto a voto con el SPÖ por la segunda posición, defendió el cierre de las fronteras de Austria.