Nativos canadienses

CINE DE HOY
El cineasta mexicano Juan Manuel Sepúlveda (La frontera infinita) nos cuenta previo al estreno de La balada del Oppenheimer park, en la Cineteca Nacional, que mientras se encontraba estudiando en Vancouver, se percató que un grupo de latinos se reunían en un parque cercano a beber todo el día.

Se preguntó si podría filmar un filme en ese lugar y descubrió que también era el sitio de reunión de nativos canadienses.
Al igual que la mayoría de los indígenas americanos, fueron casi exterminados y los sobrevivientes fueron confinados a reservas.
El Oppenheimer Park, es pues considerado una reservación que pueden abandonar en cualquier momento, pero no lo hacen por voluntad propia.
Sepúlveda les pidió permiso para filmar y para su sorpresa le contestaron que sí, pero con la condición de que no fuera un documental.
Y es que están cansados de servir como curiosidad a los cineastas locales que explotan la imagen de estos marginados.
Sepúlveda les propuso hacer “un western urbano”, que se inicia insólitamente con el incendio de una carreta adornada con flechas y que arde ante el beneplácito de una singular fauna, entre la que destaca, el belicoso Bear, un gigante borracho que reacciona violentamente a cualquier intento de diálogo, y que incluso arremete a golpes contra la cámara.
Lo secundan Harley y Janet, otros indígenas que viven de los subsidios que les otorgan unas autoridades que se dan golpe de pecho, por las atrocidades cometidas por sus ancestros.
La balada del Oppenheimer park resulta pues un curioso testimonio acerca de la colonización y de la rebeldía de los indígenas que se niegan a ser domesticados.

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