La joya inmobiliaria de Ciudad de México se ha convertido en una zona fantasma. Esquinas acordonadas por militares, nubes de polvo, ventanas rotas, escombros, fachadas resquebrajadas, oficinas vacías y miedo a volver a casa.
Todavía es pronto, pero es evidente que el sismo afectará negativamente los criterios de rentabilidad, habitabilidad y percepción de riesgo de los residentes”, sostiene Leonardo González, analista de la web inmobiliaria propiedades.com, donde en tan solo en una semana han registrado un repunte considerable de inmuebles puestos a la venta en la zona.
Partidas por la mega avenida Insurgentes, el origen del esplendor mercantil de las dos colonias es paradójicamente el terremoto del 1985. “La zona, levantada sobre terreno lacustre, fue también de las más afectadas y se devaluó mucho.
En los últimos 15 años la inversión ha aumentado y se ha ido consolidando tanto por su ubicación, por los servicios de ocio, zonas verdes y en los últimos años por su condición de cluster tecnológico”, añade el especialista, que define el barrio como ideal “para un residente cosmopolita, un millenial que pasa tiempo fuera de casa, trabaja por ejemplo en una startup y usa la bicicleta antes que el coche”.
El terremoto ha dejado en la capital 198 fallecidos, centenares de desalojados y centenares de edificios dañados. Solo en Roma y Condesa, los datos oficiales registran 11 inmuebles irreparables, arruinados hasta el tuétano, y 42 con “riesgo alto” de destrucción.
Eduardo Probert es el administrador de uno de los edificios caídos. Eran cinco pisos de oficinas de 200 metros cuadrados: laboratorios, una start up, un coworking. “Estamos un poco desinformados. Ni la delegación, ni protección civil se ha acercado a nosotros directamente”. Quien sí se ha acercado son caras conocidas del sector inmobiliario para hacerle ofertas por el suelo. Probert no facilita la cifra ni el valor del terreno antes del sismo. “¿Vender? No puedo dar ni un sí ni un no rotundo, necesito que se enfríe un poco la situación”.
El mercado se abaratará, pero creo que en dos años se retomará el valor anterior
El dueño de otro bloque de oficinas cercano, en la calle Ámsterdam, ha visto cómo algunos de sus inquilinos recogían todo el material para mudarse a otra zona. El inmueble se ha quedado medio vacío, como gran parte de la calle, pero Alan Serna pretende resistir. “No pienso bajar la renta, voy a arreglar mis oficinas y a pensar que vamos a salir rápido de esta. Sería ilógico pensar que mis oficinas cuestan ahora lo mismo que antes del sismo, pero no pienso venderlas de momento”. Está rentando cada espacio de 72 metros cuadrados en 15.000 pesos. “El mercado se abaratará en la Condesa, pero también en la Roma, en la Del Valle. Creo que en dos años se retomará el valor anterior”, comenta convencido Serna.