RETRATOS HABLADOS

* De vuelta a la realidad

Luego que pasa una tragedia como la que se ha vivido en el país, para no pocos que dedican parte de su existencia al análisis de lo que sucede en los asuntos políticos, resulta complicado retomar el paso porque evidentemente regresar a la “realidad” tiene que ver con los problemas cotidianos, las luchas eternas por el poder y la condición humana simple y cotidiana.
    Lo que vimos durante estos días nos permitió, a todos, respirar unos días y observar que después de todo hay un espíritu de grandeza en las personas, y que con todo y la constancia en su actuar de los que no reparan en hacer uso de cualquier arma para derrotar a su opositor, prevaleció un espíritu único, de esos que duran poco pero que reconfortan el alma.
    Pero de vuelta a la realidad, lo único que podemos descubrir es que en poco cambiamos. Que la política mantiene su paso constante hacia el despeñadero, en que la ciudadanía cree poco o nada en los que ejercen el poder. Que no se ve cómo en el 2018 alguien pueda ganar en términos reales, ni los partidos tradicionales, ni los independientes patéticos, ni los que ahora visten de “ciudadanos”, ni nadie.
    El asunto está complicado, porque ante una escasez de aspirantes que puedan atraer el interés de los ciudadanos, podría surgir una opción preocupante amparada en las sombras de la noche y financiada desde esos mismos lugares.
    No creo tampoco en la importancia desmedida que se la ha dado a las redes sociales, al grado de que asumen un poder no solo para querer guiar destinos, opiniones, sino descalificar, linchar a quienes tengan la osadía de no opinar lo que ellos. “Vendido, lambe botas (no sé por qué les gusta tanto esta última combinación), imbécil, maldito (otra que abunda), etcétera, etcétera”, son los calificativos que encontraremos en esa sociedad secreta, anónima por supuesto, de los que “opinan”.
    También los que han creado canales en you tube, que se hacen pasar por jóvenes para lanzar furibundas críticas contra un sistema que sí, ya está decrépito, pero que a la fecha no se observa a dónde podemos enfocar nuestras esperanzas, y ciertamente los que convocan al no gobierno resultan una opción lamentable.
    Regresar a los temas del día, también nos trae de manera directa al diario vivir de la política hidalguense, con sus peleas caseras, los envíos constantes de mensajes cifrados a través de filtraciones en que acusan a enemigo en turno de todo lo que se les pueda ocurrir, pero nada concreto que ameritara una demanda judicial. No, se opta por el descrédito, el que después de la camapañita lo vean como “el borracho”, “el mujeriego”, “la facilita”, ectcétera, etcétera. Vaya pues que el chisme de comadres hoy como nunca tiene adeptos.
    Regresar a la realidad por eso cuesta tanto.
    Porque además todo tiene que ver con un tema común, constante y eterno: el poder. Se autocalificarán con lo de siempre: “no estoy obsesionado por el poder”, “el poder solo sirve para servir”, “soy poderoso si el pueblo así lo quiere”, y lo que usted y yo conocemos de antemano.
    Pero la historia es la de siempre.
    Cuesta trabajo retomar la levedad de la vida, luego de ser testigos, en la mayoría de los casos, de actos que nos hacen pensar que sin duda no somos tan simples en el asunto de la vida.
    Pero hay que regresar.
    Que al final de cuentas estos pequeños encuentros cotidianos con la realidad, nutren, conforman la trascendencia posible de la vida.
    Así que ya estamos de regreso.
    Y la lucha por el poder será, siempre, el tema de una columna de este tipo.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
    Pero de vuelta a la realidad, lo único que podemos descubrir es que en poco cambiamos. Que la política mantiene su paso constante hacia el despeñadero, en que la ciudadanía cree poco o nada en los que ejercen el poder. Que no se ve cómo en el 2018 alguien pueda ganar en términos reales, ni los partidos tradicionales, ni los independientes patéticos, ni los que ahora visten de “ciudadanos”, ni nadie.

    

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