Pasarela de suspirantes…

En fin, como quiera que sea, los precandidatos pronto estarán en el lugar anhelado

Y de repente todos quieren placearse, y sus Partidos los quieren llenar de pueblo para hacerlos más agradables a la vista de los ingenuos.

Plan con maña para ir preparando el camino de la dedocracia, para vendernos a sus candidatos como si fuesen producto de las decisiones ciudadanas y convencernos de que debemos votar por “nuestro” candidato.

Y ellos, arrogantes, sabedores de que la sola nominación ya los coloca en un escalón más arriba que el resto de sus pares. Encanto es lo que tienen algunos, hasta que empiezan a creérselo; y cuando eso sucede, la poca simpatía que emanaba de aquel personaje se va inmediatamente por el socavón de la ignominia, y ya sin recato alguno, ese falso encanto convertido en petulancia hace que se pierda piso, que empiece a creer que su palabra es ley y que todos están para satisfacer sus deseos.

Todo aquel que ostenta o pretende algún cargo público o de representación popular, se cree investido con un halo mágico que lo hace sentirse diferente al resto de los mortales, y sus reacciones adquieren todos los matices y tonalidades en función de los objetivos que persiga. Hay gente que se pasa toda la vida persiguiendo a la liebre, y otros sin correr la alcanzan; estos últimos, transforman su personalidad de la noche a la mañana y se sienten el gurú de la política.

En fin, como quiera que sea, los precandidatos pronto estarán en el lugar anhelado, y aunque es predecible que los resultados que se obtendrán dejarán en la tablita a su legitimidad -lo estamos viendo con Morena y Claudia Sheinbaum- nada importará si con ello se cumple el objetivo de cargar una imagen que les siga proporcionando los dineros del pueblo.

Pronto se elevará el nivel del discurso, pues hoy día sigue vigente esa vieja práctica de decir que “en este momento estoy concentrado en mi responsabilidad”. Hay veces que siento que hemos regresado a la etapa política de los años setenta del siglo pasado, solo en espera del nombre del “tapado” para que los besamanos, que sigue habiendo a racimos, se lancen a la cargada y decir que es el mejor candidato que ha habido en la vida política del País.

Desde la perspectiva de un simple ciudadano que soy, solo veo ambigüedades, conceptos generales, demasiado especulativos, y algunos a leguas se ve que el ser candidatos es su única meta; las mismas farsas atoleras de cada proceso electoral que sirven de comparsa en la democracia dirigida.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está

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