LA LECCIÓN DE SÉNECA: MORIR CON DIGNIDAD.

“Sapientia sola libertas est”.
(La sabiduría es la única libertad)

Séneca.

Mi costumbre de entrar a las librerías a buscar algo incierto, en ocasiones permite cosechar sabrosos frutos inesperados.  Esto ocurrió recientemente cuando, no sin sorpresa, descubrí un título de Santiago Posteguillo, escritor español de moda, gracias a sus monumentales novelas históricas con temas de la Roma pre cristiana.  El pequeño volumen “La Sangre de los Libros” se encontraba en un estante, junto con otros, a precio ridículo, seguramente por razones de mercadotecnia.

Llamó mi atención el título y los primeros renglones de uno de los temas que trata: “Las tres condenas a muerte”.  Consigna un lugar y una fecha: “Sur de Roma, Primavera de 65 d.C.” y comienza el texto: “Es el único escritor que conozco que fue condenado tres veces por tres emperadores diferentes”…  El personaje en cuestión es un filósofo y político quien, según Bertrand Russell, nació aproximadamente en el año 3 a. de J.C. en el seno de una familia española acomodada.

El Estoicismo es una doctrina filosófica, que lo mismo representan históricamente, el esclavo Epicteto, el Emperador Marco Aurelio y el escritor moralista Séneca.

Hablar de Estoicismo es hablar de abstención y sufrimiento, como camino para alcanzar un nivel de total insensibilidad.  En ese estado de gracia, desaparece el dolor, todo es plenitud.  Ellos le llamaron Ataraxia (algunos estudiosos identifican con esta corriente al mismísimo Jesús de Nazareth).

Cuando las corrientes del pensamiento y las biografías de sus representantes se reducen a simples datos académicos, impactan en la cultura de quien en esa fuente abreva, pero poco trasciende a su campo afectivo.  Los mismos hechos resultan diferentes, de acuerdo con la pluma que los escribe.  La humanización de la historia es el mejor método para su comprensión.  Ubicar los testimonios biográficos, en una circunstancia determinada es un arte, un excelente recurso didáctico.  No se deben despreciar ni trivializar los aspectos anecdóticos: el detalle es el hombre.

Los libros no saben callar sus secretos cuando alguien los abre con amor.  Sus enseñanzas no mueren, aunque se encuentren en los rincones más oscuros de las librerías o de las bibliotecas.  Por ellos sabemos qué el siniestro Emperador Calígula sintió envidia de la enorme popularidad del político hispanorromano y lo condenó a muerte, pero alguien persuadió al psicópata de que el asma y la tuberculosis acabarían pronto con el incómodo personaje.  No fue así, el poderoso falleció antes.

También el Emperador Claudio, por intrigas de su esposa, la ninfómana Mesalina, lo acusó de tener amoríos con la hermana de su frustrado ejecutor, Calígula.  Finalmente la pena se conmutó por un humillante destierro.  Séneca se salvó de la muerte por segunda vez.

Escuchar al filósofo, en la magia narrativa de una excelente pluma, es desgarrador.  Poco antes de morir, ante un grupo de amigos y la guardia pretoriana de Roma, que lo acosaba expresó, dirigiéndose al comandante (Posteguillo dixit): “Yo también hice el trabajo sucio del Emperador.  Aún se me revuelven las tripas por haber defendido a Nerón ante el Senado, cuando ordenó la muerte de su madre…  La vanidad nos puede a todos pero, ten cuidado Marco, porque al final te convertirás en lo que me transformé yo: un esclavo más de Nerón.  Se puede tener mucho dinero y no ser más que un esclavo.  A veces no es más rico el que más tiene, sino el que menos desea”.

A la pregunta: “¿Cómo es posible que hayas sobrevivido tanto tiempo entre reyes?”  Séneca contestó a su carnicero: “Iniurias accipiendo et gratias agendo” (recibiendo injurias y dando las gracias)…  “Has venido a dar muerte a un filósofo… antes no era más que un político, un poderoso Senador, como tú me has llamado… pero ahora… estos años… me han convertido en un filósofo y los filósofos hablamos mucho incluso cuando nos morimos…  Sólo que como filósofo digo ahora verdades, mientras que antes, como político, mentía muchas veces…  No estoy orgulloso de ello”.

Nuestro personaje, escritor y profundo pensador fue preceptor y principal consejero de Nerón, durante los años iniciales de su gobierno, después éste se hizo independiente y lunático, los consejos de Séneca se convirtieron en ofensas.  El odio hacia su antiguo preceptor creció hasta el extremo de ordenarle su suicidio.  El Maestro obedeció: tranquilamente se cortó las venas en sendas muñecas y esperó una expiración que no llegaba; ingirió veneno, también sin resultados.  Finalmente, con la ayuda de sus amigos, se introdujo en una tina con agua caliente; los males respiratorios hicieron el resto.  Su muerte fue una lección póstuma de ética y serenidad.  A la manera de Sócrates tuvo el valor de trascender por su vida y por su muerte.

P.D. Yo tenía conocimiento de una joven mujer que permanecía virgen después de tres matrimonios, pero no de alguien que hubiese acumulado tres condenas a muerte, decretadas por tres distintos emperadores.

Cosas veredes, Mío Cid.

Agosto, 2017

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