Cuando la opacidad y el miedo nos alcancen… ya nos rebasó

El miedo a ser exhibidos como traidores los hace someterse a la comodidad de la obediencia

El Poder, es tomar el miedo de otros en nuestras manos y mostrárselos… castrarlos hasta convertirlos en nuestros fieles vasallos, títeres inanimados para que, sin chistar, hagan lo que el líder les ha ordenado; agachar la cabeza ante el que manda, perder la dignidad, someterse a la línea dictada, y dejar pasar el tiempo perdido en la cobardía de su silencio.

Ese miedo es el que huelo en muchos de nuestros sectores sociales, políticos, sindicales; no se atreven a levantar la voz aquellos a los que se les paga para hacerlo; convidados de piedra con dinero en los bolsillos, cómplices de las desgracias sociales.

Representantes populares siguiendo línea “de arriba”; líderes sindicales legitimando la opresión que les reditúa prerrogativas personales, no hay delegado sindical que aguante un cañonazo Obregonista; compra de conciencias o el miedo a ser exhibidos como traidores los hace someterse a la comodidad de la obediencia.

Y mientras ellos se divierten con los juguetitos que les permite tener el Poder Constituido, el verdadero pueblo, el soberano al que no le permiten de facto usar esa soberanía, sigue en la incertidumbre de la inestabilidad social, económica, política y laboral.

En el Congreso Cameral hacen como que discuten las mejores leyes para los Mexicanos, e incluso hasta los faltistas consuetudinarios tendrán el descaro de dar su informe de labores de lo que en realidad nunca hicieron; en los Congresos Sindicales hacen como que pretenden mejorar las condiciones de los trabajadores; pero los unos, lo que pretenden es preservar el imperio recuperado; los otros, conservar el poder fáctico que tantos privilegios les ha concedido. Odian los mesianismos, pero viven de ellos, apuñalan al pueblo, pero es el que les paga sus excesos.

La zona de confort en la que se encuentran les ha hecho perder piso, la sensibilidad que vendían en sus campañas se ha desvanecido, es más importante el quedar bien con el Partido o con el grupo de poder que los apoyó, que con quienes les están partiendo el alma y su estabilidad en el trabajo con sus disciplinas institucionales; la sumisión los lleva a levantar dedos sin chistar; el valor no paga, la obediencia reditúa dividendos políticos.

Los informes de labores huelen a campañas de despedida; se nos atiborrará de información pegajosa pero inútil; y los gritos en el silencio esperarán que los próximos si cumplan sus compromisos, y no defiendan a aquellos que en sus campañas prometieron atacar; y mientras tanto, seguiremos balanceándonos entre el autoritarismo y la democracia, esta última, cada vez más lejos del pueblo.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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