Un Infierno Bonito

LE JALAN SU PISTOLA POR EQUIVOCACIÓN
Estaba un broncudo chupando solo en un bar. Les echaba mentadas a todos, pero nadie le entraba al toro porque sabían que estaba armado y era bueno pa’ la bala.

Se armó un desmadre cuando llegaron unos monos que presumían de no temer ni al diablo.
Era sábado, cuando todos van a calmar sus penas. Unos van a gozar porque les gusta el chupe, y otros están contentos porque se le escaparon a su vieja.
De momento, entró una palomilla. Lo vieron que estaba achicopalado. El cantinero trataba de decirles: “Aguas”. Señalando a un cuate medio menso, que estaba recargado en el mostrador.
Discretamente, el tabernero les hizo señas, que el individuo tenía una pistola clavada en la cintura, debajo de ombligo.
Para su tranquilidad, entraron varios uniformados. Dijeron al que estaba buscando bronca con todos, que se callara el hocico o se lo llevaban a la bartolina.
El cantinero llamó al comandante y le dijo en la oreja, que ese tipo cargaba una pistola. Y sabía que era peligroso.
El jefe llamó a uno de su pelotón. Le dijo que lo iba a distraer mientras él, de un solo jalón, la quitaba la pistola. Que se le veía el bulto donde la tenía.
Formaron un operativo para desarmarlo antes de que cometiera un  burricidio. Un policía, gordo y chaparro, recibió indicaciones para que no fuera a fallar. Tenía que hacer un solo movimiento.
El operativo se llamó “Duro el jalón”. El comandante se le acercó al empistolado y le dijo: “Buenas noches, amigo, le invito una copa porque estamos celebrando el Día del Bombero. Ellos nos echan la mano seguido”.
Cuando levantara la mano, entraría en acción el policía chaparro.
Le dijo al cantinero, “sírvame de lo que está tomado el señor”. Y levantó la mano. De momento, se escuchó un grito desgarrador, que todos los borrachos se salieron corriendo. El otro se revolcaba.
Otro de los policías lo desarmó. Fue cuando regañaron al uniformado. “¿Qué pasó contigo? Te equivocaste y le jalaste otra cosa. Te dije a dónde la tenía”.
Al individuo lo pusieron contra la pared. Al registrarlo, encontraron que llevaba la pistola en la retaguardia. Dijo uno de los policías que vio cuando se la cambió de lugar.
Se lo llevaron a la barandilla y ahí se quedó, hasta que se le bajara la borrachera. Y luego hacer la investigación.
Los testigos dijeron que cada sábado se mete en el bar “El Primo”, así le llaman porque el cantinero tiene una prima que se cae de buena.
Se encuentra en la calle Venustiano Carranza, de la colonia Santa Julia, en Pachuca (lugar de baches y basura).
Pasaron los minutos, y cuando el ambiente estaba de pelos, un hombre alto, güero, entró echando habladas. Uno de ellos le paró los tacos, diciéndole que si no se callaba lo iban a echar fuera. Pero se hizo la chamarra de lado y se le veía el arma de fuego.
Uno de los parroquianos llamó discretamente a los uniformados, explicándoles cómo estaba la movida, no los fuera a agarrar descuidados y les diera un balazo a media madre.
Según el reporte de la Policía Municipal de Pachuca, Oscar, de 40 años, portaba el arma  tipo revólver, con cartuchos útiles. Mandó a uno de los mismos policías para que, con precaución, de un jalón le sacara el arma.
“Así lo hizo, pero se la jaló con todas sus fuerzas, que hasta se desmayó. Pensábamos que era por el susto de que le caímos. Pero se la jaló. No era el arma de fuego.
“Llamamos a los socorristas para que le diera los primeros auxilio, pero al saber lo que le pasó, dijeron que ya estaba bien”.

SE HABÍA DESPACHADO MUY BIEN
Un ladrón se metió a robar en una casa habitación, aprovechando que no estaban los dueños. Todo le había salido al centavo.
Con toda calma, cargo su camioneta y se peló de casquete. Pero no faltó que había un vecino vigilante que avisó a los gendarmes.
Les voy a contar cómo estuvo la movida. Todo comenzó así. Los vecinos de la calle Yucatán, de la colonia Venustiano Carranza,
vieron a un hombre muy apurado, sacando objetos de la casa y los metía en su camioneta, una Jeep Cherokee, color rojo, con placas del Estado de México.
Llamaron al 911, pero cuando llegaron los uniformados de la municipal, el ladrón ya no estaba.
Revisaron la casa. La puerta tenía las chapas forzadas. Los vecinos que no les gusta el chisme, le contaron a los policías que el dueño de la casa vive como perrito sin dueño. Se va temprano a trabajar y llega hasta la tarde.
Les informaron que el ratón vestía playera negra con letras blancas y como seña particular, llevaba la mano derecha vendada.
Los gendarmes se comunicaron con todas las patrullas, por radio, dando los datos. Ya habían ubicado una camioneta similar, en el municipio de Mineral de la Reforma, por la colonia San Lunes.
Una camioneta de tecolotes se regresó a la casa donde habían robado. Los recibió Mary Carmen, de 38 años, quien dijo ser la novia del agraviado.
Indicó a los agentes investigadores que lo que se robaron consistía en una computadora de escritorio, una pantalla de 60 pulgadas, una consola X-box con control inalámbrico.
Un Ipad, un reproductor de DVD, un teléfono celular marca Motorola y varios relojes, entre ellos uno conmemorativo del gobierno de Hong Kong, pero no cuantificó lo perdido.
Por otro lado,  los policías solicitaron el apoyo en la calle de Santa Gertrudis, que pertenece a la colonia San lunes, donde les dijeron que llegó la camioneta perseguida, se bajó un hombre y  se escondió en el domicilio.
Tras asegurar el vehículo, los guardianes se pusieron firmes como un soldado, esperando a que saliera el presunto malandrín.
Al pasar los minutos y las horas, por fin salió de una vivienda. El tipo vestía como les habían dicho, con playera negra con letras blancas. Tenía vendada una mano. Los vecinos lo señalaron que ese fue el que llegó hecho la grosería y se metió a su casa.
No tuvo ninguna alternativa, más que entregarse. Los agentes lo esposaron y les leyeron sus derechos.
Se lo llevaron a la barandilla de Mineral de la Reforma. El vehículo lo remolcaron hasta el corralón para verificar su situación legal.

SUS CARROS QUEDARON CONVERTIDOS EN CHATARRA
Corrían a todo lo que daban. Uno venía y el otro iba. Chocaron de frente. Desmadraron sus coches y ya no pudieron seguir con su loca aventura.
Esto sucedió en el barrio de Españita, donde quedaron desmadrados.
Como nadie pasó por el lugar, ambos se quedaron dormidos. Pero en las galeras de la policía, los acusaron de cometer faltas administrativas.
Después de que cantara el gallo, el lunes pasado, la policía recibió una mentada, perdón, una llamada, que había un accidente de tránsito.
Recibieron órdenes de sus superiores, que se trasladaran de volada, a la antigua carretera a Real del Monte, a la altura de las canchas de ese barrio.
Cuando llegaron al lugar, confirmaron el choque entre una camioneta azul y un Seat Ibiza. La primera se encontraba recargado en la barda de la cancha.
Quedó destrozada del frente y tirando aceite por todos lados. A su lado estaba el Seat, de manera cruzada en la calle, también destrozado.
Según los informes de la policía, Iván, de 36 años, y Eduardo, de 21, eran quienes conducían. En su declaración, se echaron la bolita. “Que yo no fui, fue Teté”.
Nadie reconocía quién fue el responsable del percance, que dejó cuantiosos daños. Quedaron los autos listos para que se los llevara el carro de la basura.
Como marca el protocolo correspondiente de los patrulleros, solicitaron apoyo de la ambulancia y llegó al sitio la de Protección  Civil de Pachuca.
Los paramédicos brindaron los primeros auxilios a los heridos, que se pusieron necios. Decían que ellos no necesitaban ir a ningún hospital.
Les dijeron que entonces los llevarían a las mazmorras de retención primaria.
Al ser valorados por el médico, éste determinó que Eduardo sí requería de atención médica. Y, queriendo o no, se lo llevaron al Hospital General en calidad de detenido.
Como los individuos no estaban en condiciones de declarar, al cubrir con las horas  de detención, iban a liberar sus vehículos y cada quien cubriría sus propias pérdidas.
Dijo el MP que se llevaran las chatarras porque en el corralón ya no caben. Están mirando la procesión y no se hincan. Están dando oportunidade de que paguen con un descuento del 90% para que se llevan sus coches que están detenidos. Y Todavía llevan chatarra.

SE ESTRELLÓ UN PIZZERO
Hay negocios de pizzas que ofrecen a sus clientes entregarles sus pedidos en media hora, si no es gratis. A los que ponen a parir chayotes es a los repartidores, que tienen que meter todo el acelerador a su caballo de acero para llegar a tiempo.
El tiempo corre. Se pasan los altos y van rebasando a los automóviles para llegar a la hora. Todavía no les cae el 20, de que lleven dos cajas, una llena cuando se llegue a tiempo y la vacía es por si llegan un minuto tarde.
En el bulevar Minero, a unos cuantos metros del Panteón Municipal de Pachuca, con dirección  al centro de la ciudad, el motociclista corría a toda velocidad y no pudo frenar, estrellándose contra la cajuela de un coche Dodge Neón gris.
Por el madrazo, salió volando hacia el medallón del automóvil, al tiempo que la motocicleta, que pertenece a “Domino’s Pizza”, quedo toda desmadrada, recargada en la parte trasera del coche.
El joven conductor se llama Antonio, de 22 años, quien quedó desmadrado. Como pudo, se arrastró muy adolorido, hacia la orilla de la carretera, no fuera a llegar un taxi y lo acabara de madrear, o de plano lo hubieran metido al panteón.
Alguna que otra unidad paraba o pasaba despacio, pero había otras, que el pobre pizzero tenía que encoger las patas. Hasta que una alma compadecida llamó al 911.
Por otro lado, Nelly, de 41 años, manejadora de Neón, apagó su unidad y esperó pacientemente, la presencia de los de seguridad pública para que se hicieran cargo de las diligencias, y deslindar responsabilidades.
Al ser entrevistada por los uniformados, dijo que ella circulaba normalmente, cuando sintió un fuerte madrazo por la retaguardia de su vehículo.
Volteó por el espejo, pero escuchó un perrazo que cayó en el cofre, y mejor se paró para no sacarle las tripas.
Pensó que de seguro era un pizzero. Se bajó a ver, y estaba enroscado, pujando y pidiendo ayuda. Y fue cuando ella, por su celular, llamó pero se tardaron mucho, parece que iban de rodillas.
Por su parte, el repartidor fue llevado al IMSS. Y los uniformados se comunicaron a la pizzería con el gerente, para hacerse cargo de los trámites correspondientes.

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