Trágica viuda

CINE DE AYER

La cinta encargada de clausurar el espléndido ciclo de Mikio Naruse en la Cineteca Nacional, presentado gracias a la colaboración de Fundación Japón, fue Nubes dispersas.
Filmada en 1967, poco antes de su muerte, fue una de las pocas cintas realizadas por Naruse en color.
El título hace recordar al de una de sus obras maestras, Nubes flotantes realizada 12 años antes, sobre unos trágicos amantes.
Sin embargo, la historia de Nobuo Yamada, es bastante diferente.
La joven Yumiko (Yoko Tsukasa) celebra con su esposo su ascenso, que le permitirá viajar al extranjero y llevar una vida desahogada para el hijo que esperan.
Pero lo que era felicidad en un momento, se transforma en tragedia, cuando el marido, pasado de copas, es atropellado y muere.
Aunque la justicia exonera al conductor Mishima (Yuzo Kayama), éste queda abrumado por la culpa.
Decide pasarle una pensión a la viuda, aunque la ley no lo obliga a nada.
Es más, la familia de su marido termina repudiándola y ella se ve obligada a ir a trabajar a provincia, al hotel de una hermana, pues ha perdido al bebé.
Mishima la reencuentra y trata de hacerle la vida más fácil, lo que resulta muy difícil, pues es muy orgullosa y se niega a recibir ayuda.
A diferencia de Ukigumo, aquí no se trata de unos amantes malditos que desafían a todos, sino más bien de unos amantes imposibles, que no pueden acceder al amor y al perdón.
Mideragumo fue el canto del cisne de este director, al que pudimos conocer gracias a los buenos oficios de la Fundación Japón.

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