Mandrágora africana

PEDAZOS DE VIDA

Este cabrón tenía una habilidad para mentir, para hacerte creer lo que humana, religiosa y científicamente era imposible, y lo peor de todo es que todos le creyeron siempre, aunque sea por un segundo, lo que decía el Pachorriado, era la verdad pura. Así tuvo a doña Jobita y otras señoras más, llevando veladoras a la mancha que con tizne había hecho sobre una pared, argumentando que había sido un milagro, diciéndoles a todos que la virgen se le había aparecido y que lo había curado de un ojo que se había picado en la mañana.

Pues ese cabrón, no hasta embarró de sangre de bistec una gasa para decirles a todos que el doctor le había dicho que se quedaría tuerto, pero que de pronto la pared se había prendido con una flama azul y que de allá salió la virgen que le dijo que todo saldría bien, que le quitó la gasa llena de sangre y que el ojo le había sanado…

Tenía como 20 años, estaba todavía chamaquito, fue como a los 15 o 16  cuando se mataron sus padres, y este cabrón no lloró en todos los rezos, sólo cuando los enterraron les dijo “adiós papacitos” y soltó unas lágrimas. Doña Epifania estaba muy preocupada, porque según ella, todo se lo había guardado el muchacho. Luego le quitaron su casa, y después fue lo del milagro.

Pinche Pachorriado, cómo se inventó lo del milagro, les dijo a las señoras que ya había ido avisar al sacerdote y que próximo domingo iría a hacer la misa ahí en el lugar, que alguna vez fue su patio de juegos. Pues no les pidió una cooperación de 200 pesos a cada casa, para disque comprar flores, veladoras, arreglar el lugar, pero sobre todo, proteger la imagen para que no se borrara con el primer aguacero de la temporada que estaba por entrar.

El padre ni sabía, la gente se encabronó, y lueguito todo se descubrió, se había llevado como 15 mil pesos en tres días, y de ahí ya no lo vimos hasta unos años después que regresó todo trajeado y con un buen carro. Vino para vender en el pueblo la flor de Jamaica, con extracto genuino de mandrágora africana, la gente se acordaba del fraude de la Virgen, pero con el tiempo se te olvida, y además al verlo tan elegante, siempre dijimos mejor que se haya hecho empresario a que se hubiera convertido en un vago sin futuro.

Un mes estuvo vendiendo su Jamaica con mandrágora africana, de a 100 pesos el frasquito, pero servía para curar la próstata, los hongos del pie, los riñones, el dolor de cabeza, los dolores de parto, y un sinfín de males que porqué la mandrágora esa, contenía más de cien sustancias curativas y estaba llegando apenas del áfrica.

Si nos dijo que el rey de España se había querido apoderar del producto pero que los del pueblo donde fue descubierta la planta se pusieron listos y la vendieron para todo el mundo. Y hasta dijo que el papa Benedicto había dejado de ser papa porqué la enfermedad ya lo estaba matando y creía que se iba morir pronto, pero que con el uso de esa Jamaica ya estaba como nuevo y que a lo mejor regresaba a la silla de San Pedro.

Pero cual, su mandrágora esa, era pura raíz de rábano, todas las colitas las ponía a secar las cortaba y se las echaba a la flor de Jamaica normal, y aquí toda la gente esperando que se cumpliera el mes para ver los resultados. Doña Crescencia ya se andaba muriendo, por qué dejó sus medicamentos para tomar agua de Jamaica caliente por las noches y mañanas, y bien fría a la hora de la comida…  

Quién sabe si lo hayan agarrado, aquí vino la justicia preguntando por él, ya no recordábamos su nombre, pero cuando nos dieron santo y seña, lueguito supimos que era él. Lo andaban buscando por la raíz de rábano que vendía como mandrágora africana.

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