Desatinos de México frente a crisis venezolana

Quizá estamos frente a una nueva guerra fría y el posicionamiento de Rusia en América Latina junto a sus socios

Mientras el gobierno de México condena y desconoce los resultados de las elecciones efectuadas en Venezuela para la Asamblea Nacional Constituyente, sumándose a la posición de los Estados Unidos y 11 países más de América Latina y el Caribe, el gobierno de Rusia ha hecho un llamado a respectar los resultados e instado a los países que manifestaron en contra del proceso, a abstenerse intervenir en los asuntos internos del país sudamericano y realizar acciones que profundicen la división. Quizá estamos frente a una nueva guerra fría y el posicionamiento de Rusia en América Latina junto a sus socios.

Pero al margen de ello, al final la soberanía del pueblo venezolano se ha impuesto. No debemos olvidar que Nicolás Maduro fue elegido presidente en las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013; sin embargo, sus errores han sido capitalizados por la oposición, la cual se ha atrincherado en la Asamblea a Nacional desde diciembre de 2015, fecha en la que ganó la mayoría a través de la coalición Mesa de la Unidad Democrática y desde entonces ha pretendido hacerse con el gobierno entorpeciendo su funcionamiento, promoviendo la violencia y negándose a dialogar con el gobierno de maduro.

Este domingo 30 de julio pasado, el antídoto para poner orden en el país sudamericano ha llegado, se han realizado las elecciones para elegir a los diputados que conformarán una Asamblea Nacional Constituyente, poniendo fin a la sublevación de los diputados electos en diciembre de 2015. Fueron infructuosos los esfuerzos del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, de los Estados Unidos y de México, para impedir las elecciones; en la XLVII Asamblea General de la OEA efectuada en México, el gobierno de nuestro país y el de los Estados Unidos fracasaron en su intento de condenar al gobierno venezolano y ahora han recurrido a las sanciones.

En un boletín, la Dra. Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, señaló que en el proceso electoral había participado el 41.53% de los electores, más de 8 millones, en la elección de 537 de los 545 miembros de la Asamblea Nacional Constituyente. Sin embargo, todo los medios digitales internacionales durante el domingo y lunes presentaban imágenes de violencia, en su intento por desacreditar el proceso electoral; incluso se atrevían a hablar de represión de la policía y el ejercito hacia los manifestantes opositores usando “balas reales”.  

Es precisamente eso lo que puso al presidente Donald Trump en contra de los medios, su capacidad para crear escenarios y construir mentiras creíbles; hoy en el poder su enfrentamiento con los medios y CNN continúa, por ejemplo. Está claro, pese a que el presidente Nicolás Maduro fue electo en las urnas por los ciudadanos y tiene una parte considerable de la población que lo respalda, los medios internacionales están con la oposición y pretenden derrocarlo, aunque se autoproclaman defensores de la democracia, de los derechos humanos y del respeto a la opinión pública, tremenda ambigüedad.

Una vez que los Estados Unidos y México no han podido detener las elecciones de la Constituyente, las sanciones contra Venezuela no se han hecho esperar. El Departamento del Tesoro anunció la congelación de los bienes y la anulación de las visas a los funcionarios del gobierno venezolano por promover la Asamblea Constituyente, por “socavar la democracia o los derechos humanos en Venezuela”, por ser responsables de una supuesta “represión de las protestas”; luego ayer lunes se anunciaron otras directamente contra el presidente Maduro y los estadounidense que realicen negocios con él presidente.

Lo lamentable de todo, en un hecho insólito e inexplicable, es que el gobierno de México se a sumado a la política de los Estados Unidos contra Venezuela. De ese modo, la política exterior de México muestra fisuras y parece diluirse sin encontrar su rumbo, ahora claramente subordinada a los Estados Unidos que independiente para negociar con ellos en calidad de iguales. Si bien el gobierno del presidente Felipe Calderón se esforzó por reconstruirla y mejorar su relaciones con Cuba y Venezuela, el gobierno del presidente Peña Nieto ha jugado un rol vergonzoso en la crisis política que vive Venezuela, enlodando aún más la política exterior, olvidando los principios que la hicieron baluarte en otras décadas, como la no injerencia en los asuntos internos, el respecto al derecho ajeno…

El gobierno de México ha ido muy lejos en su política intervencionista tratando de agradar a Washington. En un Comunicado Conjunto SHCP y SER de la semana pasada, ha dicho que “Con respecto a las sanciones anunciadas por el gobierno de Estados Unidos a diversos funcionarios y ex funcionarios del gobierno de Venezuela por menoscabar la democracia y los derechos humanos en dicho país, así como por participación en actos de violencia, represión y corrupción,… procederá en consecuencia, de conformidad con las leyes y convenios aplicables en la materia.”

Es lamentable la miopía del gobierno mexicano en América Latina, su falta de neutralidad y de visión a largo plazo, pues está convencido de que doblegarse frente a los intereses de los Estados Unidos le proporcionará la continuidad del estatus de las relaciones actuales con los vecinos del norte, olvidando que a China, que es una potencia y su principal acreedor, lo ha avergonzado con el fracaso de las negociaciones comerciales ¿A caso México es mucho más que China hoy?

Evidentemente no, el gobierno está haciendo lo posible por agradar al presidente Trump; no obstante, eso no basta para las ambiciones del jefe de La Casa Blanca que desea la reelección y cumplir sus promesas a los electores. En la medida en que fracasen las negociaciones sobre la renegociación del TLCAN, aumenten las deportaciones de mexicanos, se construya el muro, para el cual ya hay recursos aprobados, y se impongan medidas económicas contra México para su financiamiento, el gobierno volverá a su realidad latinoamericana y en la ONU verá el peso de los votos de los países a los que ha despreciado.

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