Un Infierno Bonito

ATRAPAN A DOS RATAS
Tenían especialidad. Eran muy astutos para robar. Uno de ellos se conejeaba las baterías de los coches y el otro saqueaba viviendas. Los robos son distintos pero los delincuentes son  iguales.

Ahora lo que está de moda es robarse las baterías de los coches. Se ha convertido en una mina de oro en el mercado negro.
Son  especialistas porque se las roban a pesar de que los automóviles tienen alarma. Por las mañanas, cuando se dan cuenta los dueños, comienzan a echar maldiciones a los ratones, y hay un colón de gente en el MP denunciando.
poniendo su queja.
Por eso se ha redoblado la vigilancia en los barrios altos. La policía logró detener a uno de los pillos y recuperar dos acumuladores de coches, así como herramienta.
De acuerdo con  los últimos reportes de los uniformados, en la madrugada del domingo, después de la una de la mañana, al patrullar por la calle  Reforma, en el barrio El Arbolito, se dieron cuenta que un sujeto caminaba cargando dos baterías y un maletín en sus manos.
Al notar la presencia de la policía, dejó lo que llevaba en el suelo y comenzó a correr como loco sobre la calle Zarco. Lo agarraron cerca de la calle Galeana. Es un  tipo de 23 años, quien despedía un fuerte olor a marranilla.
Fue señalado por los agraviados de haber abierto el cofre de su automóvil y robar la batería y otros objetos. Minutos después un ciudadano solicitó el apoyo de los gendarmes porque una persona le había robado autopartes a dos vehículos. Dijo que se trataba de una camioneta Chevrolet Silverado a la que le habían  quitado la batería además de romperle el cristal del lado izquierdo.
Así mismo, a un automóvil Volkswagen, tipo Derby, le dañaron el vidrio del lado del copiloto, y también le habían volado la batería y un maletín con un juego de cables para pasar corriente.
También dijo que le habían carranciado un extinguidor para automóvil, un bastón de seguridad para volante, un gato hidráulico, pinzas metálicas de mecánico, llaves cromadas en cruz y un desarmador.
El ladrón ya está preso y lo están investigando porque se han perdido las baterías en diferentes colonias, entre ellas Vista Hermosa, Cuauhtémoc, Antonio del Castillo y muchas otras.
Dijo que le dejan buenas ganancias a pesar de que las vende baratas a un señor que solo conoce como “El Bigotes”, quien las vende en los tianguis de Piracantos, Plutarco Elías Calles y Matilde.
Comentó el malandrín que siempre  anda con un socio, pero esta vez, como se pusieron chupar desde temprano, se quedó dormido.
Esta es la otra historia de otro vulgar ladrón al que encontraron con las manos en la masa en la colonia Real de Toledo. Sucedió como a las 7 y media de la noche del domingo pasado.
Los agentes de la policía municipal fueron solicitados de urgencia en dicha  colonia porque habían detenido a un cacomixtle, y que si no llegaban pronto los vecinos le iban a partir la madre.
Al llegar los uniformados, fueron informados por los vigilantes de seguridad privada, que una persona de 32 años -de la que no decimos su nombre-, fue descubierta en el momento en que iba a brincar la barda en una de las privadas.
Lo agarraron en los vecinos, avisaron a seguridad privada y ellos a los gendarmes. Comentaron los guardianes  que al agarrarlo se portó violento, pues comenzó a aventar campanazos, que le voló la gorra al comandante.
Fue cuando ellos entraron en acción dejándolo quieto de un macanazo en la cholla. Y cuando le iban a leer la cartilla, sus derechos y por qué se lo llevaban, les gritó: “Cállense el hocico”.
Al subirlo a la patrulla, le encontraron varios aparatos que ya llevaba en un costal, como son un DVD, una pantalla Sony de 32 pulgadas y dos libros de una enciclopedia. Fue entregado a las autoridades correspondientes, metiéndolo a las mazmorras.

LE DOLÍA LA CARA DE SER TAN  GUAPO
Benito Márquez, de 27 años, era todo un caifan. A cualquier vieja que le echaba el ojo, no se le iba viva. Se arreglaba lo mejor que podía, y salía a la calle a ver qué pescaba.
Aparentaba tener dinero, y decía que trabajaba en una fábrica de Ciudad Sahagún, para que las mujeres le cayeran a sus pies. Vivía en un barrio, cerca de El Lucero.
Traía una carcachita del año del caldo, eso sí, bien limpia, en la que llevaba a pasear a sus amigas. A su jefa se la llevó de corbata un camión y a él le pagaron el seguro por ser su único hijo. Metió su dinero al banco.
Un  día encontró a una de sus amigas, llamada María del Carmen González, de la misma edad, quien trabaja como secretaria y se la habían presentado en una fiesta familiar.
La invitó a comer en un restaurante de Tizayuca. Le platicó su vida mientras se empujaban una copas. Cuando llegaron a Pachuca, era  noche.
La mujer le pidió que la llevara a tomar un taxi para su casa. Benito se puso necio en llevarla. Ella le dijo que no, pero Benito era terco como una mula, y la llevó a huevo hasta San Antonio el desmonte.
Quería meterla a un motel. Carmen se puso seria y cuando llegaron a su casa,  no lo dejó entrar. Ante tal negativa, Benito se puso como el Hombre Verde. Le dio de madrazos.
La secretaria cayó al suelo. Aprovechó para no dejarla parar y trató de desvestirla. Le dio un aventón que lo hizo a un lado.
Corriendo, espantada y llorando, se encerró en el baño. Benito insistía en sacarla a madrazos. La mujer le habló a una hermana diciéndole que se diera prisa porque la querían matar.
En unos minutos, llegó, acompañada de la policía, que, jalándolo de las greñas, se lo llevó a la barandilla. La fémina lo acusó de lesiones, amenazas de muerte e intento de violación. Lo mandaron al Cereso, por muchos años, donde se le quitó lo guapo.

ATACÓ A SU VIEJA
Golpeada, como si la hubiera atropellado un carro, llegó al Ministerio Público Rosa Delia Nicolasa González, de 26 años, domiciliada en la colonia Calabazas.
Acusó a Ramón Martínez Muñiz. Que llevan varios meses separados. Cuando llega a su casa, ahí lo encontra. Que va a ver a sus hijos. Se hacía el chistoso y se quedaba en la casa.
Le dijo que fueran a comprarles ropa a los niños. Después de hacerlo, la llevó con engaños a donde vive solo, en el fraccionamiento María Isabel.
Pero, estando ahí, le suplico que no se fuera, que la quiere mucho, que las madrizas que le daba eran con todo cariño, que si lo dejaba sería capaz de darse en la madre.
Que en la noches la sueña, y quiere que esté con él. Rosa Delia Nicolasa se amarró su calzón. Le dijo que ya no lo quería. Ramón se puso negro como “El Memín”.
La tiró en la cama y se le montó. La quiso besar pero como no se dejó, con una mano le agarró el gañote y se lo apretó, y con la otra le tapaba nariz y boca. Le estaba faltando el aire. Se estaba poniendo como camote.
De momento, a Ramón le dio una chiripiorca, como al Chavo del 8. Se le torcieron las manos, la boca, y le pasó lo que al zancudo: una pata se le enredó y otra se le hizo nudo.
Rosa gritó espantada. Llegaron los vecinos y, en una ambulancia de la Cruz Roja, se lo llevaron al Seguro Social. Pero ella fue a demandarlo, por lesiones e intento de asesinato.
Mientras los médicos del IMSS se preguntan por qué le dio la chiripiorca a Ramón. Se sabe que con estos tiempos, se sube la calentura, y como vive solo, iba a morir como cautín.

ANDABA DE PARRANDA
Un borracho se había peleado en un bar con otros parroquianos. Como pudo, salió, se subió a su coche, le metió la pata, y se fue a estrellar con una colectiva.
Los hechos ocurrieron en la carretera estatal Tulancingo-Santiago Tulantepec, a la altura de Medias Tierras, donde acudieron los socorristas de la Cruz Roja. Por fortuna, no hubo lesionados.
De acuerdo con los  testigos, dijeron que el chofer de un Nissan Tsuru, con placas de circulación 612-UYT del Distrito Federal, salió corriendo del bar “Cerve Vip Lounge”, donde en su interior hubo  una bola de madrazos. Él la comenzó.
Cuando estaban dándose todos contra todos, se escapó. Dijo uno de los testigos: “Pobre cuate, salió todo sangrado. Abordó su coche, dio el arrancón dejando una espesa nube de humo negro. No avanzó mucho. Invadió el carril contrario y chocó de frente con  una colectiva de la ruta Central de Autobuses-Medias Tierras”.
El responsable, al ver que la había cajeteado, se escapó del lugar. No sabemos por dónde se fue. Cuando  llegaron los uniformados, lo buscaron y no estaba el chofer en el coche. Pensaron que venía sin conductor.
Los agentes tomaron conocimiento del caso y platicaron con el chofer de la camioneta de pasajeros, quien les dijo cómo habían estado los hechos.
Explicó que el chofer del Nissan venía en sentido contrario; al sentir el madrazo, salió corriendo y se metió en los matorrales. Las unidades fueron llevadas al corralón y la policía busca al ebrio para que pague los desperfectos.

SE DIO UN FUERTE MADRAZO
Un trabajador de la construcción estaba reparando el techo de una bodega. Parado en la punta de una escalera, no acomodó bien el cuerpo y al poner la lámina, se desplomó de una altura de 7 metros, resultando con heridas.
Se lo llevaron al hospital y lo revisaron  los médicos, a ver si no tenía lesiones por dentro. Pero le dijeron a sus familiares que no tiene ningún tipo de fractura, ni dentro ni afuera.
Se lo podían llevar. Que observaran sus movimientos, que no correteara carros o los fuera a morder. Dijeron que en los primeros días, de momento, se les esponjaba como gato. Luego se dormía todo el día, y, por las noches, se salía. Por las moscas, fueron a demandar ante el MP, para ver si no le había afectado la cholla. Alberto, de 39 años, es vecino de la colonia Parque de Poblamiento y trabaja en una bodega, en la carretera Pachuca-Ciudad Sahagún, a un costado de un hotel.
Subió a una altura de 7 metros para colocar una lámina metálica que estaba safada, pero no maniobró de manera correcta, además de subirse sin ninguna medida de seguridad. Al perder el equilibrio, se fue para abajo, cayendo a lo largo al piso.
Testigos hablaron por teléfono, solicitando la ambulancia de la Cruz Roja. Al revisarlo, dijeron los socorristas que no tenía lesiones internas.
Para más seguridad, lo canalizaron al Hospital General de Pachuca. Después de varios estudios clínicos, el hombre fue dado de alta. Si tiene síntomas de locura, puede ser por herencia de un familiar cercano, como su papá o su mamá.

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