LA EDUCACIÓN SUPERIOR LOS IGNORA

CONCIENCIA CIUDADANA
    •    Ninguna de las grandes instituciones superiores del estado cuenta con una estrategia general para combatir la inequidad educativa entre la población originaria y la escasa élite profesional con la que cuenta


La reciente inauguración de la Universidad Digital del Estado de Hidalgo, dirigida a cubrir las necesidades de formación profesional popular y sobre todo de la población indígena asentada en nuestro territorio, mueve a reflexionar sobre las graves inequidades económicas y sociales que prevalecen sobre las comunidades originarias en la entidad; una de las menos desarrolladas del país y, por consiguiente, de las que menos profesionistas cuentan entre sus integrantes.
No obstante que la oferta de educación superior es amplia y variada, el porcentaje de los alumnos de extracción indígena que llegan a esos estudios sigue siendo menor al de la población mestiza y criolla, lo que habla de una inequidad histórica no superada en el Estado después aun de las grandes luchas sociales como la independencia, la reforma y la revolución, antecedentes del México moderno.
Pero no solo se trata de una cuestión de cantidad, sino de calidad. Ninguna de las grandes instituciones superiores del estado cuenta con una estrategia general para combatir la inequidad educativa entre la población originaria y la escasa élite profesional con la que cuenta. Además, los profesionistas egresados de ellas carecen de una identificación con las culturas originarias de nuestro estado y las injusticias que privan sobre su condición social y económica. Así, la sociedad hidalguense no solo se ve afectada por la pobreza de la mayor parte de sus habitantes, sino por la indiferencia de una parte de la población sobre la de otra a la que además se le han negado el beneficio que proporciona la formación científica, humanística y técnica que pudiera coadyuvar en su liberación.
Fuera de algunos, el hidalguense promedio, especialmente del medio urbano, desconoce la historia de su estado, de su municipio y su comunidad; ignorando su pasado y en, consecuencia, sin tener bien claro hacia donde ha de dirigir el rumbo de la sociedad en que vive.  De ese desconocimiento, resulta la discriminación social y racial que sufren los pueblos originarios a la que no son ajenos los grupos profesionales, quienes con frecuencia sólo los miran como jugosa fuente de beneficios económicos o políticos, sin respeto alguno por su dignidad humana y sus escasos patrimonios. Además, la globalización ha producido una nueva oleada de agresiones contra las comunidades autóctonas, extendiendo la rapiña capitalista sobre los recursos de sus territorios, de los que el actual sistema neoliberal les despoja contando con el apoyo de la indiferencia social, que sólo una educación solidaria pudiera poner freno.
De ese modo, la educación superior ha quedado divorciada de la realidad en la que vive la mayoría de los habitantes indígenas del estado coadyuvando, de manera indirecta, a la persistencia de las condiciones de injusticia y abandono en que se vive en la Sierra, la Huasteca, el Valle del Mezquital o la región otomí-tepehua.  
Las instituciones de educación superior en Hidalgo tienen pues, una deuda histórica con sus pueblos originarios a la que no han sabido -y tal vez tampoco ha querido- hacer frente, colaborando a través de la ciencia, las humanidades, el arte o la técnica a la construcción de una sociedad más incluyente, justa y democrática; donde aquellos cuenten con los recursos educativos necesarios para ser situarse en un plano de equidad frente a la sociedad hidalguense, con pleno respeto a sus recursos, su cultura y sus propios procesos educativos.
Eso es todo por mi parte. Gracias y recuerden que VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS A TODOS LOS “DESAPARECIDOS” DE NUESTRO PAÍS.  

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