Trump aterriza en Europa con las espadas en alto

    •    Está dispuesto a dar la batalla contra el déficit comercial, el cambio climático y Corea del Norte


“Ante todo, promoveremos la prosperidad de América, protección de intereses de América y el sostenimiento del liderazgo de América”. Ese sencillo credo impregnará toda su cumbre. Como ya hizo en el G-7 de mayo, Trump blandirá su aislacionismo ante sus homólogos, en especial con el presidente mexicano, pero también tendrá que enfrentarse a sus consecuencias
Donald Trump aterrizó en Europa con las espadas en alto. Justo antes de iniciar la gira recriminó a China su trato a Corea del Norte y cuestionó mantener acuerdos comerciales con países que “no ayudan”. Todo un anticipo de la doctrina hostil y aislacionista que desplegará en su visita.
“Viajamos para reafirmar quiénes somos”, resumió la Casa Blanca. Ese será el santo y seña de un presidente que, pese a su retórica, llega profundamente solo y con cuentas pendientes con casi todos los grandes líderes.
Trump pisa Europa con la lupa puesta sobre sus pasos. Cualquier movimiento en falso o salida de tono desatará tormentas. El republicano lo sabe y tratará de volver la corriente a su favor. No al gusto europeo ni de la progresía estadounidense. Esos públicos le preocupan muy poco.
Trump dirige su mensaje, una y otra vez, a ese núcleo duro del electorado que jalea sus encontronazos en Twitter. “Es un sector extremadamente fiel y que, excepto una catástrofe, no cambiará de opinión sobre él, como tampoco lo harán los críticos”, afirma Larry Sabato, director del Centro para Política de la Universidad de Virginia.
Primero Polonia, destino elegido antes que el Reino Unido, para evitar protestas callejeras, pero también por la sintonía de Trump con el ultranacionalista y regresivo partido gobernante.

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