REPORTEROS QUE TRABAJAN EN UN CONSTANTE PELIGRO

EN GUERRERO

1RA. DE DOS PARTES

Los reporteros en Guerrero trabajan bajo fuego. Se mueven en zonas donde políticos y grupos delictivos han impuesto el silencio y la autocensura carcome sus textos.
En 40 días, del 13 de mayo al 27 de junio, han sido agredidos 20 reporteros y sus agresores están identificados. Son gobernantes, funcionarios, policías e integrantes del crimen organizado. En Guerrero la violencia contra la prensa viene siempre de los mismos frentes.
Las agresiones van desde insultos y descalificaciones, pasan por el robo, el hostigamiento y la amenaza, y llegan hasta el encañonamiento y los disparos. Pese a eso, muchos no están dispuestos a dejar de informar. Su trabajo, explican, es que no gane la impunidad, que no se imponga la barbarie. Las agresiones contra periodistas se dan en una entidad donde la muerte no comprende de límites. Sólo en 2017 ya suman más de mil 400, según recuentos periodísticos. Los reporteros, como los demás guerrerenses viven codo a codo con la violencia.
DOCUMENTAR LA VIOLENCIA
Israel Flores está en la línea telefónica. Está enlazado con sus compañeros que celebran una asamblea de la Asociación de Periodistas del Estado de Guerrero (Apeg) en Chilpancingo. Israel es el corresponsal del diario El Sur y también es reportero del periódico local el Despertar del Sur. Desde hace años ha reportado cientos de muertes, enfrentamientos, secuestros y la descomposición en una zona donde la las armas se han impuesto: la Tierra Caliente. Ahora, es de los pocos que reportea la disputa que libran Los Tequileros y la Familia michoacana.
Antes de responder, Israel explica que no llegó a la asamblea de la Apeg porque ahora entrar y salir de esa región es un peligro. Sus palabras tienen sustento: las carreteras son controladas por los grupos delictivos. Un ejemplo: el pasado 13 de mayo en la carretera Iguala Tierra Caliente, a la altura de Acapetlahuaya, 100 hombres armados detuvieron a siete reporteros que salían de la zona después de cubrir los bloqueos que supuestamente realizaron delincuentes. Les quitaron todo: cámaras fotográficas, de video, documentos personales, grabadoras, computadoras, celulares, dinero y una camioneta.
En ese contexto, Israel informa todos los días. Dice que se siente amenazado y que junto con sus compañeros han tomado como medida de protección la autocensura.
SUMAR VOCES
Este domingo la Asociación de Periodistas del Estado de Guerrero realizó su asamblea de refundación. Durante varios años estuvo desactivada, pero sus integrantes decidieron regresarla a la vida por una razón fundamental: hacerle frente a los crímenes, ataques y agresiones en contra de reporteros. “No pensamos ir a escondernos abajo de la cama; sabemos la importancia de hacer efectivo el derecho a la información y estamos dispuestos a asumir el reto de continuar con nuestra labor”, dice Zacarías Cervantes, vocero de la Apeg. Los integrantes de la Apeg tienen claro el origen de las agresiones: la impunidad. Cervantes lo explica: “En casi todas las agresiones en contra de reporteros hay un común denominador: la impunidad, la protección y complicidad de la autoridades con los agresores”. Para muestra, el asesinato de Francisco Pacheco [abril de 2016] y de Cecilio Pineda [marzo de 2017], siguen impunes. La Fiscalía Estatal no ha informado nada al respecto.
MIEDO A LAS BALAS
“Tuve miedo de que se les fuera a salir una bala, estaban muy nerviosos por el enfrentamiento”, dice Leonardo Martínez cuando cuenta cómo tres policías estales le apuntaron para exigirle que borrara las fotos que había tomado de un enfrentamiento con hombres armados en la colonia El Embalse, en Zihuatanejo. La noche del lunes 5 de junio, Leonardo estaba en la casa de sus padres, cuando escuchó balazos. Cuando salió a documentar cómo los policías estatales se llevaban el carro que manejaban los hombres armados, un agente se dio cuenta, se bajó y con su arma en la mano se les acercó con otros dos. Los tres se fueron encima a Leonardo: uno le puso el rifle en la cabeza, otro en el estómago y el tercero en la espalda.
No es el único caso. En los últimos días en la Costa Grande, seis reporteros han sido violentados. El reportorio de tácticas va desde amenazas de autoridades como la que realizó el 19 de mayo el alcalde Gustavo García, denostando el trabajo de cuatro reporteros por la cobertura que hicieron sobre la detención de 60 policías municipales; hasta el caso más grave de los últimos meses, el de Marcela de Jesús Natalia a quien le dispararon cuando salía de su programada de radio en Ometepec. Uno de los tiros le dio en boca. Aún se restablece en un hospital. (CONTINUARÁ)

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