Un Infierno Bonito

HALLAN CADÁVER ENTRE LA MALEZA
Pachuca era un basurero. En barrios y colonias era un desmadre. Tiraban la basura a donde les daba la gana pero, ahora, la presidenta municipal, doña “Yolis”, arregló todo para que se reestableciera el servicio.

Sin embargo, hay muchos cochinos marranos que no saben o así son de nacimiento, pues la siguen tirando en la calle, a pesar de que pasan los carros  recolectores.
Pero quienes se hacen güeyes son los de la delincuencia organizada, que ya agarraron a la Bella Airosa y sus alrededores para tirar los deshechos humanos. Pueden ser sus mismos compañeros o sabrá Dios.
Esta vez encontraron entre la hierba, en el municipio de Mineral del Chico, el cuerpo de un hombre que estaba con la cola para arriba, presentando un chorro de heridas en el tórax, el abdomen y la espalda, causadas con arma blanca.
Presumen los agentes de Investigación que antes de darle cran lo torturaron, pues yacía atado de las patas y tenía agujeros en todo el cuerpo.
Sus verdugos pretendieron esconderlo entre la maleza para que nunca lo encontraran y que, con el paso del tiempo, quedara la pura calavera, para que así dijeran los arqueólogos que era la cabeza de un  guerrero azteca.
Sin embargo, oficiales de la Policía Municipal que hacían su recorrido por aquellos lugares, con sorpresa, lo encontraron.
La mañana del domingo, los sabuesos recibieron una mentada, perdón, una llamada comunicándoles el macabro hallazgo del hombre al que se echaron al plato, a pura puñalada, en la comunidad de San José Capulines.
Atendieron el llamado y luego cedieron el paso al personal de criminalística, que se la saben de todas todas, y sabedores de cómo lo habían matado, ya sólo les falta saber quiénes fueron.
Hasta el momento el ahora occiso está en calidad de desconocido. En el Servicio Médico Forense dijeron que se cansaron de contar muchos agujeros y esperan la ayuda de un contador público, pues ellos cuentan de dos en dos.
Por ahora le andan pisando los talones a los asesinos. También indicaron que el sujeto no era del pueblo, ya que no usaba sombrero y huaraches.
Están seguros de que se lo echaron al plato en otro lugar y lo fueron a tirar por aquellos rumbos, sin saber que ya son Pueblos Mágicos y hay mucha vigilancia. Por eso lo encontraron rápido.
 
DESPISTADOS ASALTANTES
Discutieron entre ellos porque donde se metieron a robar no había dinero, de ahí su enojo. Los delincuentes entraron a una tienda ubicada en la calle Vicente Segura, minutos antes de las 7 de la noche.
Uno de ellos sabía que ahí estaba la pachocha y, pistola en mano, entraron a robar, pero sólo encontraron 400 pesos. Despojaron de sus teléfonos celulares a dos mujeres.
Los malandrines discutieron. A uno le apuntaron con la pistola porque les dio mal el pitazo. Lo habían mandado varios días a que investigar, y les dijo que había mucho dinero.
Hicieron su plan de cómo llegarles. Cuando ya tenían sometidas a encargadas del changarro, buscaron y no encontraron nada. Los del negocio estaban muy jodidos.  
Uno de los rufianes rerprendió a su cómplice: “Ya ves, baboso, por 400 pesos nos arriesgamos a que la policía nos meta al bote y nos cargue los demás robos”. A lo cual le respondió: “Les juro que yo vi que tenían fajos de billetes”. Tras mentarle la madre, le dieron un golpe en el hocico.
Después de reñir, se fugaron los pillos. Hablaron pidiendo ayuda al 911, pero, por más que los agentes se movilizaron, ya no los encontraron.
Informaron a los gendarmes municipales que los asaltantes pudieron tierra de por medio a bordo de auto Ford Focus con placas de circulación de la Ciudad de México.
En cuanto al atraco, se sabe que las agraviadas, Guadalupe y María de la Luz, junto con su hijo de la primera, de 11 años, se encontraban en el área de atención al público cuando entraron tres tipos jóvenes y bien vestidos, oliendo a perfume 7 machos.
Al momento que una de ella les iba a preguntar qué se les ofrecía, sacaron a relucir sus pistolas, sin darle tiempo de montar en su caballo.
A la voz de “¡Esto es un asalto!”, a la fémina y a su hijo los metieron en el baño del establecimiento. La otra dependiente hablaba por teléfono con su hermano, dándole una orden que se espantó: “¡cuelga!”.
La mujer soltó el auricular y levantó las manos. Su hermano estaba escuchando todo, cómo perpetraban el asalto. Este mismo pidió a los vecinos que fueran a ver qué pasaba en el negocio y dieran aviso a la policía.
Mientras tanto los delincuentes se volvieron a pelear entre ellos porque no encontraron el efectivo que supuestamente había.
“La cosa se puso color de hormiga cuando uno de los hampones tomó una cangurera con 400 pesos, sacó los billetes, y me preguntó que dónde estaba el dinero. Le contesté que eso era lo que teníamos. Mi hijo se espantó, se puso nervioso y comenzó a llorar. Uno de ellos dijo que no nos iban a hacer nada, que la bronca era entre ellos”, aseveró la afectada.
Se salieron y se fueron en un coche.  Llegó la policía, se bajaron con su carabina bajo el brazo, con las patas bien plantadas en el suelo, con el dedo en el gatillo, mirando para todos lados, buscando a los rufianes para subirlos a culatazos.
Les dijeron las víctima que los pillos ya no estaban, que se fueron, dándoles santo y seña del coche y por dónde huyeron.
Implementaron un operativo por el bulevar Felipe Ángeles y localizaron el automóvil abandonado. Algunos testigos los vieron meterse entre la gente y después abordar una colectiva.
También cuentan las malas lenguas, que se subieron en un coche Mustang blanco y huyeron rumbo a la Ciudad de México. En vanos los anduvieron buscando.
 
ROBAN CARRO DESCOMPUESTO
Sergio Ordóñez llegó al Ministerio Público como agua para pelar pollos. Hablaba con palabras entrecortadas por el coraje. Casi chillaba al denunciar el robo de su automóvil Renault Alliance modelo 85, azul rey, placas HJE-8029.
Declaró que una cuadra de distancia de su domicilio, situado en avenida de los Cisnes, colonia Villas de Pachuca, se le paró, bueno, el carro se le descompuso.
Como le haya a la mecánica, le echó un ojo y encontró la falla en la marcha y en la bomba de la gasolina. Para ya no descomponerlo más, y por seguridad, lo dejó debajo de un poste del alumbrado público y se fue hacer la meme.
Al día siguiente, después de que cantó  el gallo, pasó por el lugar donde había dejado su unidad y los pelos se le pararon al ver que ya no estaba. No lo creía. Miraba para todos lados, pero el coche había desaparecido.
Preguntó a los vecinos que pasaban por el lugar, luego casa por casa de toda la cuadra, si no habían visto quién se  había llevado su vehículo, pero le dijeron que no.
Se sentó un rato y de nuevo anduvo buscando como loco. Fue a los corralones de Pachuca y La Reforma,  pero no lo encontró.
Y entonces se preguntaba ¿cómo es posible que se lo robaran si la marcha no servía, ni la bomba de la gasolina? Resignado, fue a denunciar el robo, para que busquen a los responsables. Su coche cuesta 10 mil pesos. Mas le gustaría saber cómo se lo llevaron si él, siendo mecánico, no pudo arrancarlo.
 
QUERÍAN DARLE MUERTE DE RATÓN
Iban darle en toda la madre a Luis Ángel Soto Carranza, al grado de lincharlo por desvalijador de automóviles. Vecinos estaban listos para matarlo pero, como siempre, metió la cuchara la policía y se los quitó de las manos.
El indiciado fue severamente golpeado y estuvo en riesgo de perder la vida a manos de la turba enfurecida, en Tulancingo.
Los gendarmes de la municipal intervinieron y lo rescataron al momento que recibía madrazos por todo el cuerpo, que parecía pera loca, y evitaron que se lo echaran al plato.
El vulgar ladrón nunca olvidará que estuvo en un tris de que se lo llevara la huesuda, justamente por andar robando. Sucedió en la colonia 20 de Noviembre.
De acuerdo con el reporte policial, como a la una de la tarde del viernes, el pillo abrió un automóvil estacionado y se apoderó del estéreo.
Un vecino vigilante que lo vio, dio la voz de alarma. En el acto salieron colonos armados con palos, piedras, tubos y lo que entraron a la mano, para darle matarile al caco.
Varios hombres y mujeres se le fueron encima, golpeándolo sin compasión, como se le pega a la piñata. Ya no gritaba, sólo chillaba como gato, pero todavía le soltaban de puntapiés y madrazos en la cholla.
Los habitantes querían que ahí mismo dejara su pellejo para que sirviera de escarmiento y que en Tulancingo ya no hubiera más ladrones.
Alguien, no obstante, avisó a los guardianes de la ley, que llegaron en varias patrullas, y se metieron entre las bolas de los hombres que no lo dejaban ni respirar, para llevarlo detenido a la barandilla.
Ya estaba medio muerto, o se hacía el muertito para que no lo madrearon. Quedó a disposición del MP porque el afectado dueño del estéreo ya lo había ido a denunciar.
Los altos mandos salieron a convencer a la gente para que se fueran a su casa, pues ellos procederían a castigarlo conforme a derecho. Además ya le habían quitado el aparato sustraído y ahora iban a buscar quién fue el que se lo quedó.
 
LADRONES DESPOJAN A UN OCTOGENARIO
Juan Sánchez López, de 80 años, tiene un changarrito en la calle Argentina, de la pachuqueña colonia Maestranza. Vive con una hija, que trabaja toda la mañana. El ancianito se queda solo, vendiendo refrescos, dulces y alimento chatarra.
En la colonia lo conocen como Juanito. Es un viejito muy simpático, camina como tortuga, y cada que ve a una muchacha le avienta su piropo.
Ayer, cerca del mediodía, se tomó su copita de la hora del amigo, y, minutos después, como no tenía clientes, se echó un coyotito.
Por ahí pasaron dos amigos de lo ajeno que, al escuchar que el octogenario roncaba como león enojado, entraron sin hacer ruido, cerraron la puerta, le pusieron un pañuelo en la boca para que no gritara, lo amarraron y, muy tranquilos, le robaron todo lo que tuvieron a la mano.
Como a las 6 de la tarde llegó su hija, quien gritó como Tarzán cuando vio a su papá amarrado. Lo desató, y el viejito no hablaba.
Como estaba encogido, lo jaló de los pies y sonó como acordeón. Llamó al 911 y lo llevaron al Hospital General donde ante el Ministerio Público, la mujer dijo llamarse Juana Sánchez Martínez, de 60 años, soltera, empleada de una cocina económica en el centro.
Suele dejar a su papá solo en su changarrito, pues solamente así su familiar se distrae y no se enferma. Tiene años de hacerlo y nunca le había pasado nada.
Pide que detengan a los culpables del atraco, comentando que en esa cuadra hay muchos teporochos. Ella ve muy mal a su papá, y por su edad, tiene miedo de que se vaya con San Pedro.

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