Home Nuestra Palabra Prisciliano Gutiérrez UN MAESTRO, UN PUEBLO, UN LIBRO.

UN MAESTRO, UN PUEBLO, UN LIBRO.

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“Libro que es hermoso viaje

por la gente y su paisaje

es utopías de neblina”.

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Utopía, de acuerdo con sus raíces, es un lugar que no está en ningún lugar.  Una referencia platónica, un ideal…  Macondo es una utopía, Comala lo es también.  Nadie sabe donde están, aunque están en todo el mundo. Viajanen las letras de Gabriel García Márquez y Juan Rulfo.  Obviamente, Macondo no puede desligarse del Coronel Aureliano Buendía y toda su parentela, ni Comala de Pedro Páramo con sus legiones de muertos inmortales.

 

Para encontrar al Tianguistengo que nos presenta el joven maestro (bueno, ya no tan joven) Don Inocente Zúñiga Mercado, hay que rasgar los espesos velos de nubes y de tiempo con los cuales, la naturaleza y el Dios Cronos se empeñan en ocultarlo.

 

El libro “Utopías de Neblina” es una narración o, más bien, un conjunto de narraciones con un solo protagonista y múltiples personajes (todos importantes, todos reales) que deambulan por sus páginas sin perder su epicentro, su leitmotiv, sus nexos de familia o  de amistad con el autor.

 

El verdadero protagonista, reitero, es el pueblo, Tianguistengo: paisaje que es personaje.

 

El pequeño volumen, cuya presentación es alarde de sencillez y buen gusto, necesariamente recordará a quien lo lea, la más reciente obra de Héctor Aguilar Camín: “Adiós a los Padres”.  A mi modesto juicio, ninguna de las dos obras, cabe en los conceptos de narración autobiográfica, o de novela.  Tal vez sean algo más.

 

Los que nacimos en un pequeño pueblo conservamos, grabados a fuego, oníricos recovecos. Rincones que ya no existen en la realidad, pero sí en el recuerdo: un árbol, un viejo, un cerro, un perro, un padre, una madre, una guitarra…  como es imposible vivir más de una vez, se podría pensar que aquellos añorados escondrijos se quedaron ahí, abandonados, solos, sujetos a la acción devastadora deloslustros.  No es así, están en nosotros, viven en nosotros, viajan con nosotros…  si se me permite un breve uso de la primera persona del singular, diré que uno de los momentos más gratos en mi vida fue acordarme de San Juan Solís, en lo alto de la torre Eiffel.

 

Esas imágenes se quedan en cada inteligencia que las aprehende, en cada nostalgia que las extraña, en cada recuerdo que las reivindica… El pueblo natal es utopía y presencia, mito y realidad, pasado que siempre eshoy; muerte y resurrección, sueños que se sueñan al invocar alos muertos que viven en ellos, relatos que se tejieron ayer y permanecen ahí esperando una voz que se ocupe de contarlos.  Éste es el contenido del libro que se comenta: muchas historias que ya encontraron en ChenchoZúñiga (juglar por excelencia), una pluma que las revive, a su manera.  Si son o no verdad, poco importa.  Giordano Bruno, en su libro La Locura de los Héroes dice: “se non é vero e ben trovato”.  Para los que no hablan italiano, traduzco: “si no es cierto, está bien contado”.

 

La narrativa requiere oficio, dominio del idioma, preparación intelectual y estética, sensibilidad para resaltar el detalle, armonizarlo con el todo de tal manera que la secuencia argumentativa no se distorsione o se pierda en los laberintos verbales por bien trazados que éstos sean.  Atreverse ya es triunfar; es muestra de audacia, seguridad, confianza, compromiso del autor consigo mismo, con los paisajes de su infancia (colores, sabores, olores, matices…), su familia, su pobreza y tantas marginaciones sociales que penetran, por la piel, en el espíritu.

 

Aparentemente lejos quedó, el pase de lista en una escuela primaria de Pachuca, donde al escuchar el consabido: ¡Zúñiga Mercado, José Inocente! El interpelado contestaba con citadino orgullo, ¡Presenti!  Tenía el síndrome de Manelich, aquél célebre personaje de Antonio Mediz Bolio, pues también: “como una cabra arisca bajó de su montaña”.  Y digo “aparentemente lejos”, porque lo único que ha pasado es tiempo.

 

No sé con exactitud cuándo comenzó el más largo idilio de Zúñiga con una curvilínea dama: su guitarra (espero que Irma modere su suspicacia y no se ponga celosa).  Junto a ella, forma un binomio indisoluble.  Se conocieron en la Normal Benito Juárez; crecieron en la Escuela Normal Superior dePuebla, se consolidaron en el sistema de secundarias federales, pasaron a la inmortalidad de televisa imitando a los panchos, moldearon artistas juveniles en múltiples estudiantinas y rondallas, como la del Instituto Tecnológico de Pachuca.

 

Además de su huella como excelente Profesor de Matemáticas, cientos de grupos heredaron su sello musical.

 

Versátil por autodefinición, es también economista y Licenciado en Derecho; pero más que nada es siempre, siempre: buena persona, excelente esposo, hijo y hermano ejemplar, amoroso padre, pero sobretodo amigo excepcional.  Muchos años de bohemia compartida y cantidades navegables de bacantes elíxires sellan mis palabras de espirituosa y espiritual fraternidad.  Permíteme amigo, hermano, compañero, Inocente, San Chencho… dedicar a tu libro y a ti, las siguientes décimas:

 


I

La guitarra en un rincón

celosa está de la pluma

que borda utopías de bruma

en lugar de una canción.

Que cerebro y corazón

bien caben en la memoria,

porque familia es historia.

Escribir es trascendencia,

lograr que nuestra existencia

no sea sin pena y sin gloria.

II

Chencho Zúñiga y su tierra:

hay cariño “de a de veras”.

Sus montañas, sus laderas,

las mil delicias que encierra.

Maestro, voz que no yerra

desde su laica doctrina,

que a sus amigos destina.

Libro que es hermoso viaje

por la gente y su paisaje

es “Utopías de Neblina”.