El FBI mantuvo extrema cautela con las investigaciones. No facilitó datos del agresor ni quiso validar la teoría de un lobo solitario. El gobernador de Virginia, Terry McAuliffe, aprovechó para lanzar una andanada contra el uso de armas. “Cada día mueren 93 personas por arma de fuego, esto es insostenible, hay que cambiar”… Por cierto, ayer fue el cumpleaños 71 del presidente Donald Trump

EU sintió ayer el vértigo de la tragedia. Un hombre armado con un M-4, rifle de asalto usado por la infantería de EU y unidades de comando, descargó más de 50 balas contra una veintena de legisladores republicanos que jugaban al béisbol en Virginia. Al menos cinco personas, entre ellas uno de los líderes del grupo conservador en la Cámara de Representantes, Steve Scalise, de 51 años, resultaron heridas.

El atacante, James T. Hodgkinson, de 66 años, dueño de una empresa de revisión de casas, fue arrestado tras ser herido (se asegura que por las heridas recibidas falleció posteriormente). No tiene antecedentes graves. La motivación es una incógnita. Todos los heridos están estables.

Los hechos son confusos. A las 7.20, Hodgkinson, con ropa de calle, irrumpió en el campo de béisbol donde los congresistas republicanos entrenaban para un próximo partido con los demócratas. Una tradición centenaria que tiene como fin recaudar fondos. La cancha está situada en un albergue de la organización YMCA, en Alexandria, a 20 minutos del Capitolio.

Armado con el terrible M-4, de 30 balas por cargador, el atacante pisó el campo, apuntó a los parlamentarios y se sumergió en la vorágine. Los congresistas, bajo la lluvia de balas, escaparon como pudieron.

En la balacera cayó Scalise, el tercer hombre con más poder entre los republicanos de la Cámara de Representantes. Otro parlamentario, según versiones, también fue herido. “De pronto oí un ¡bam! Me di la vuelta. Lo vi solo por uno o dos segundos. Estaba en la tercera base y seguía disparando a la gente… Escuché gritar a Steve Scalise. Le habían alcanzado. Los tiros no paraban y vi a todo el mundo dispersándose “, contó el congresista Brooks.

Los policías y guardaespaldas se lanzaron a defender a los parlamentarios. “A corta distancia empezó un tiroteo, hubo un policía que se interpuso y se enfrentó directamente al atacante. Solo con su pistola empezó a repeler la agresión, creo que resultó herido”, señaló un testigo.

El agresor fue alcanzado. Rápidamente, los agentes le inmovilizaron. El lugar se había llenado de sangre. El pánico se mantenía. La posibilidad de que hubiese más atacantes hizo que los policías mantuvieran las armas en la mano.

En el lugar quedó el aire de la tragedia. Que no se hayan registrado muertes es una contradicción. Tanto por la potencia del arma empleada como por la indefensión de las víctimas concentradas en un campo horizontal y sin protección, el tiroteo estaba destinado a devenir en una matanza.