La mente beisbolera de AMLO

Submarino Político
El tabasqueño no quiso entregarle la primera gubernatura de Morena al grupo político de Higinio Martínez. ¿Por qué lo haría a menos de un año de lo que cree será su “gran noche”? AMLO se ha distanciado políticamente hasta de su carnal Marcelo

En el deporte de la pelota caliente resulta muy importante la estrategia, pero la inteligencia ha definido muchos más campeonatos, que cualquier demostración de fuerza.
Sucedió el pasado 3 de junio: el toletero de los Diablos Rojos del México, Refugio “Cuco” Cervantes se plantó en la caja de bateo para enfrentar a uno de los serpentineros estelares de los Vaqueros de la Unión Laguna.
Permítame comentarle que, en promedio, el brazo de los pitchers abridores tiene muy buena efectividad en los primeros 90 lanzamientos. Después viene un desgaste natural por tirar pelotas a casi 100 millas por hora.
Pero volvamos con “Cuco” Cervantes. El veterano cañonero llevó la cuenta al máximo de tres bolas y dos strikes. Después vinieron dos o tres batazos de foul y, finalmente, le tiró para poncharse.
El objetivo del manager rojo, Miguel Ojeda, era minar la capacidad del lanzador de los Vaqueros. La misión de Cervantes no era alcanzar alguna base ni anotar carrera. Se trataba de desgastar al rival y mantenerse en la jugada 10 lanzamientos, gastar casi el 10% de la batería del pitcher en un solo bateador. Después llegarían otros bateadores con la intención de adivinar las curvas, sliders y sinkers de un lanzador, en teoría, fatigado. Así busca Ojeda la calificación: con estrategia e inteligencia en una campaña donde las lesiones de los jugadores han dejado fuera de circulación a importantes peloteros de la novena capitalina.
Esa misma estrategia del llamado béisbol de fundamentos fue utilizada por otro veterano jugador del equipo “Amigos” de la Liga Tranviaria y líder nacional de Morena en los procesos electorales del Estado de México y Veracruz: Debilitar al rival.
El tabasqueño no quiso entregarle la primera gubernatura de Morena al grupo político de Higinio Martínez. ¿Por qué lo haría a menos de un año de lo que cree será su “gran noche”? AMLO se ha distanciado políticamente hasta de su carnal Marcelo. Es decir, el tabasqueño no permite que nadie “le haga sombra”. No hay más liderazgo que el suyo en Morena. Pero no vamos a gastar tinta y papel en obviedades.
Obrador no pensaba ganar el juego electoral de 2017 porque sabe que la “Serie Mundial”, por así decirlo, será en la elección presidencial de 2018.
En Veracruz, Morena obtuvo poco más de medio millón de votos durante la jornada para elegir presidentes municipales, a pesar de la corrupción documentada en video del orgullo de Coatzacoalcos, Eva Cadena.
AMLO se deslindó de la veracruzana y deslindó a los suyos alegando el tradicional complot. Misma política de fundamentos beisboleros que utilizó en el caso de René Bejarano, Ponce; vamos, con el dinero en la caja de zapatos de Pedro Pablo de Antuñano no hubo siquiera que deslindar su plumaje, Ricardo Monreal fue quien se dio el baño purificador en el lodazal de la Cuauhtémoc.
Andrés Manuel logró sembrar la duda entre sus simpatizantes y no pocos votantes veracruzanos, de que el caso de Eva fue un montaje “orquestado” por el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares. Y para muestra, Morena es hoy la tercera fuerza electoral en Veracruz y segunda en el Estado de México. Ambas entidades, con un amplio peso en procesos electorales federales.
Respecto al Edomex donde el PRI echó mano de buena parte de sus recursos y de la artillería pesada para apuntalar a Alfredo del Mazo, aún así la victoria fue cerrada y con serios cuestionamientos respecto a la legalidad y legitimidad del proceso. AMLO ganó perdiendo, a pesar de que muchos de sus simpatizantes se desmoralizaron con la derrota.
En 2018, el PRI no podrá replicar el despliegue de fuerza utilizado en la elección del Edomex. Difícil, con el riesgo de ruptura al interior del PRI, que tendrá que pasar la prueba del “dedazo” presidencial para evitar el derrumbe.
Al igual que “Cuco” Cervantes, López Obrador cree haber salido con mayor fuerza de este proceso electoral al debilitar al PRI donde le duele; el dinero. Mientras PRI y PAN acusaban a Delfina Gómez de cobrar diezmo en Texcoco para apoyar a Morena, López Obrador se la pasaba cantando “Despacito” en los noticiarios. El tabasqueño bateó de faul con Ciro Gómez Leyva, sacó de sus casillas a Pepe Cárdenas y decepcionó a Carmen Aristegui.
La duda que deja el dirigente de Morena es si en verdad quiere ganar la elección presidencial de 2018. Si no es parte del mismo sistema que acusa es una mafia del poder. Porque hasta ahora la derrota ha sido mucho más rentable para el tabasqueño. ¿Qué busca AMLO en 2018? Parece que todo, menos la Presidencia.
 

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