MUROS, MURALLAS Y CASTILLOS (FORTALEZAS Y DEBILIDADES)

 “Desde la perspectiva militar y política,
una fortaleza es siempre un error;
símbolo de poder y de aislamiento;
fácil blanco para los enemigos de quien la erige”
 
Maquiavelo

A principio de la década de los 70’s, Luis Spota escribió su novela La Carcajada del Gato; según se dice, la basó en hechos reales.  Tiempo después, con guión de José Emilio Pacheco, la historia llegó al cine bajo el título El Castillo de la Pureza.  (Claudio Brook y Rita Macedo).  Con su peculiar estilo, Spota escudriñó la vida de una familia cuyo padre, un individuo obsesivo, pretendió alejar a los suyos de la contaminación inherente a la convivencia humana; encerró a sus hijos y esposa a piedra y lodo en una vecindad en el centro de la ciudad de México; así quedarían al margen de la mentira, las leyes, Dios, el mal y todos los instintos que de manera indubitable llevan a la infelicidad.  Su terror lo indujo a buscar protección en la reclusión, en la misantropía, en la total ruptura con la realidad.  Los nombres de sus hijos son simbólicos: Utopía, Porvenir y Voluntad.  Resultado de esta aventura sólo podía ser el desastre, pero… ésa es otra historia.
 
Las naciones y los individuos están condenados a vivir en compañía de miedos ancestrales.  En su tiempo los poderosos gobernantes chinos quisieron resguardarse, mediante la construcción de la Gran Muralla; con ella, protección y asilamiento se unieron de manera complementaria a lo largo de los años y de las generaciones que se invirtieron para construir miles de kilómetros de infranqueable fortaleza.
 
Edgar Allan Poe en su narración La Muerte Roja, se adentró en la psicología de la poderosa aristocracia de un reino medieval, la cual para escapar de la peste se refugió en un lujoso castillo, construido ex profeso, con todas las comodidades y acceso a los placeres propios de la “gente bonita”.  Seguros, se sentían estos nobles, en fiesta perpetua; por ello tardaron en advertir la presencia de un siniestro personaje infiltrado, el cual resultó ser la mismísima muerte, quien desde dentro terminó con todos.  La letal guadaña se despachó a placer en una población prácticamente cautiva.
 
Durante la Edad Media, los señores feudales y los monjes se refugiaron en sus castillos y monasterios respectivamente; sumidos en la ignorancia, los primeros y en la cultura clásica los segundos.  Pasaron diez siglos sin advertir que alrededor surgían pequeños pueblos, villas y burgos llenos de artesanos, comerciantes y pequeños talleres, que con el tiempo crecieron para convertirse en la gran burguesía capitalista que se inició con el humanismo Renacentista.  Los que se aislaron en el castillo, terminaron pobres e ignorantes, los monjes sobrevivieron al consolidarse el Cristianismo.  Dentro del mal llamado oscurantismo medieval, sobrevivieron los clásicos grecolatinos, fuentes inagotables de la sabiduría de occidente.
 
En otro tiempo Luis XIV, El Rey Sol, construyó el magnífico Palacio de Versalles, pero no para aislarse, sino para reunir permanentemente a la nobleza y vigilar de cerca a sus enemigos y/o amigos que pudiesen conspirar en su contra.  Cuéntase que ni en el retrete estaba sólo.
 
En nuestros días, el rubicundo mandatario del país vecino, se empeña en la construcción de un gran muro para preservar la “pureza”, los empleos y todos los privilegios del moderno imperialismo, de la nefasta influencia de los mexicanos “feos, violadores, delincuentes natos…”, así como de todos los latinos y de los miembros del Islam.  Se realice o no, el proyecto está condenado a fracasar, a pasar a la historia, como clara expresión de un gobernante, cuyo voluntarismo envidiarían los mismísimos Calígula y Nerón.
 
De manera similar a las naciones, individuos hay (especialmente políticos) que se refugian en las murallas de sí mismos para conducirse con perfiles bajísimos.  Huyen de los reflectores; se convierten en sombras de su propia sombra, para que no los descubra la luz que puede significar el fin de su vida activa.  Aislados, desinformados, perseguidos o, en el mejor de los casos, ignorados, pasean como furtivas tinieblas, lejos del ruido palaciego y del mundano poder de cuyo uso y abuso alguna vez disfrutaron.  Se miran en algunos personajes de moda, quienes en cuestión de meses dejaron de dormir en hoteles de lujo, para quedarse tras los muros de una celda llena de inmundicias.
 
Por ello escribí el siguiente
 
SONETO:
 
Nos construyas perpetuas fortalezas
Que den seguridad a tu aislamiento:
Símbolos de poder en un momento
Son frágiles castillos de impurezas.
 
Tus enemigos aprovechan esas
Debilidades y con mucho tiento
Minarán tu prestigio y tu talento.
Cazadores serán, si fueron presas.
 
Al perder tu contacto con la gente
Se puede mejorar tu perspectiva,
Más, te puede engañar tu propia mente.
 
Porque observar al mundo desde arriba
Puede hacer que un gusano se conciba
A sí mismo, cual Dios omnipotente.
 
Junio, 2017.

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