El Papa recibe con frialdad a Trump

El Papa preguntó a Melania si le daba “Putizza” a Trump

El Pontífice, con gesto muy serio, le recordó cuestiones como la necesidad de la paz y la importancia del medio ambiente
La entrada de Ivanka en la sala y, especialmente la de la esposa del presidente de EU, Melania Trump, aligeró la conversación y el humor. Ella, eslovena de influencia católica, que vivió un tiempo en Milán y habla algo de italiano, fue clave para esa distención. Pidió al Papa le bendijese un rosario. Además, bromeó con el Pontífice sobre lo que come Trump: “¿Qué le da de comer? ¿Putizza?”, preguntó Francisco, en referencia a un dulce esloveno que le encanta y que pide siempre que encuentra a alguien de dicha nacionalidad
A las 8.31 de la mañana, después de meses de declaraciones cruzadas y alusiones veladas el uno sobre el otro, Donald Trump y el papa Francisco se reunieron en el Vaticano. Donald llegó acompañado de una comitiva formada por su esposa, Melania, su hija, Ivanka, y el esposo de ésta, Jared Kushner.
No se esperaba sintonía, ambos se encuentran en las antípodas ideológicas. La cara del Pontífice, siempre tan transparente, fue de extrema seriedad. Al final de la reunión, donde la ecología y la paz estuvieron muy presentes a través de los regalos que se intercambiaron, el ambiente fue algo más relajado. “No olvidaré su mensaje”, le prometió Trump en su despedida.
Francisco le recibió con un “encantado de conocerle” y excusándose por no hablar correctamente inglés. A las 8.35 se trasladaron a la biblioteca privada, para comenzar la reunión a puerta cerrada que duró 27 minutos. Había cierta tensión.
Discrepan en todas las grandes líneas de gestión emprendidas por el nuevo Gobierno estadounidense: medio ambiente, inmigración, venta de armas, derivas del neoliberalismo… Y no fue un encuentro largo, especialmente si se compara con los 50 minutos que Francisco dedicó al predecesor de Trump en la Casa Blanca, Barack Obama, con quien mantenía una gran sintonía. “Es un gran honor para mí”, dijo Trump. El Pontífice no respondió.
No trascendió el contenido de la conversación, pero dada la gran distancia de pensamiento que existe entre ambos -el Papa, entre otras cosas, cuestionó la fe de Trump cuando anunció que construiría un muro entre EU y México- y teniendo en cuenta el reciente atentado de Mánchester, se supone intentaron tender puentes a través de la idea de la paz y de la lucha contra el terrorismo.
De hecho, entre los regalos que el Papa ofreció a Trump al término del encuentro, un momento que suele utilizar para subrayar cuestiones tratadas, se encuentra el mensaje que lanzó el último día de las Jornadas Mundiales para la Paz y un medallón con una rama de olivo grabada. “Es una medalla de un artista romano. Es el olivo, símbolo de la paz”, le dijo el Papa al término de la reunión. Segundos después, insistió: “Se lo doy para que sea instrumento de la paz”. A lo que el bélico Trump contestó: “Necesitamos paz”.

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