Es verdad, todo cambia para bien o para mal, así es la vida. Y a los circos les está llegando su fin
El circo Ringling Bros desaparecerá el próximo domingo en una última función en Nueva York, por baja audiencia y por los altos costos de operación; también porque dicen sus directivos, les ganó la tecnología, es decir los videojuegos, el internet en general y los smartphone.
Es un hecho que los niños de ahora y la gente casi de cualquier edad, se entretienen más con las tabletas y los celulares que con cualquier otra cosa. Los padres de los menores en lugar de llevarlos al circo, les dan sus implementos electrónicos y los tienen más quietos que una estatua.
Es verdad, todo cambia para bien o para mal, así es la vida. Y a los circos les está llegando su fin. Lo que sucede con el Ringling es lo que sucederá con los demás circos, más temprano que tarde. Y si a esto se le añade la prohibición de que salgan animales, pues está peor la cosa.
El circo ha sido el máximo espectáculo para los niños y también para los adultos. El circo es siempre en vivo, así que desde que llega al pueblo o a una ciudad, hay interacción con la gente. Desde quienes anuncian con bocinas en carros que recorren las colonias, hasta los boleteros y los artistas. Cuántas tardes esplendorosas pasamos en el circo con los y las malabaristas y los equilibristas, sudando de las manos por el peligro de su actuación de estos últimos.
El colorido de sus trajes nos transportan a otro mundo. Un mundo sin preocupaciones, sólo de diversión: las motos que dan vuelta en una jaula redonda y sin faltar los domadores de leones. Allí están también los payasos y sus bromas simples pero que sacan carcajadas a los niños y sus padres.
¿Cómo vamos a vivir sin los circos? Habrá tardes que viendo una película de Netflix en la casa, nos acordaremos que antes había circos, con animales diversos: caballos, camellos, tigres, elefantes y leones, a los que podíamos ver de cerca tras unas gruesas rejas de protección.
El cierre del circo Ringling en Estados Unidos, es el preámbulo del cierre de los demás circos, desgraciadamente. Por lo mientras no hay que dejar de asistir al circo, un maravilloso mundo. Una de estas tardes asista al Circo Unión instalado en Av. Colosio aquí en Pachuca, pues puede ser que en breve ya no existan más.
Reconocemos y agradecemos a los circos por su gran aportación a nuestras vidas: al Vázquez Hermanos al Circo Unión, al Circo Chino de Pekín y obviamente al Atayde Hermanos, entre otros muchos más. Ojalá siga la función y nuestros nietos y bisnietos lleguen a conocer el fabuloso mundo del circo.
Sí, es cierto, podemos ver funciones videograbadas en nuestros dispositivos móviles, pero no es lo mismo. No es lo mismo ver la tele que disfrutar de las palomitas y comprarle un juguetito al niño y ver sonreír a toda la familia por las ocurrencias de los payasos; y temblar con los equilibristas que se mueven con maestría en las alturas.
No es lo mismo estar sentados en la sala de la casa y ver el circo tras la pantalla, que asistir al evento, porque bien dice el dicho: “a ver el cine y a divertirse al circo”. Pero ni hablar: los celulares, las tabletas y su internet le están ganando la partida al circo y a otras profesiones. De cualquier modo: ¡Viva el circo y sus animales!