Pulcazo en la combi

RELATOS DE VIDA

El sol calentaba hasta lo más profundo del cuerpo, era pasado del mediodía, Francisco esperaba ansioso la ruta del transporte público  para llegar a su hogar, su ansiedad se debía a los pares de jarros con pulque que se había echado para mitigar la fuerte temperatura que prevalecía en la calle, pero también para continuar con el ánimo en su casa, pues cargaba cerca de un litro que llegaría a meter al refrigerador para después ingerirlo alegremente y sin remordimiento.

Tenía poco más de 15 minutos de haber llegado a la parada de la combi, solo cargaba un morral y en la mano sostenía fuertemente su preciado líquido ancestral, al que de vez en cuando echaba una miradita, imaginando el gusto de tomarlo en la comidad de la casa.

La tan esperada unidad arribó a la parada, extendió el brazo para avisar que quería subir, el operador estacionó a tan sólo un paso de él, le abrió la puerta y se introdujo, buscó un espacio para poder acomodarse y afianzarse, pues como era costumbre el transporte iba hasta el tope y más de pasaje, se logró agarrar de una barra colocada en la parte superior, sin soltar su botella con su néctar artesanal.

Tan sólo unos kilómetros había alcanzado a recorrer, lo equivalente a 15 minutos de viaje y la mitad de camino para llegar a su destino, imaginaba lo que haría cuando entrara a su casa, ir directo a la cocina para meter el pulque al refrigerador, lavarse las manos, descansar en el sofá mientras observa algún canal de la televisión y esperar a que el aliciente esté frío para abrirlo lentamente y no explote por los efectos de la fermentación que evoluciona rápidamente por el calor, cuando…

El contenedor explotó en plena combi, los pocos mililitros que transportaba se esparcían entre los pasajeros, el techo y piso de la unidad, caían en las bolsas, mochilas, manos, espalda, cabellos e incluso cara; su refrescante antojo de había esfumado y embarrado, en tanto los tripulantes mostraban rostros molestos y asqueados, el pulque, el calor y el sudor corporal no son combinables.

En la siguiente parada, todos descendieron del transporte público, algunos buscando en las inmediaciones donde conseguir papel para limpiarse o algún accesorio para perfumarse y disfrazar el olor, mientras que Francisco sólo encaraba la situación diciendo – usted disculpe, fue un pequeño accidente, pero no se queda la mancha, puede lavar su ropa sin preocupación- una vez vaciada la unidad, el operador replicó – no se preocupe, es un pequeño accidente, lavando mi combi al rato se arreglará.

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