¡Macron desnuda a Le Pen!

La Trump francesa empieza a asumir su derrota
La derecha internacional, tan pro empresarial a menudo se queda sin argumentos, además de que pocas veces se ha distinguido por tener a intelectuales como candidatos
¡Vaya debate en Francia! Esos sí son debates…

Le Pen, a Macron: “Es usted un cínico, un candidato para las élites”.
Macron repitió una y otra vez que su adversaria decía “tonterías” y “mentiras” y acabó calificándola de “indigna” de presidir Francia.
Nunca dos candidatos a la presidencia de Francia habían debatido de forma tan violenta y confusa. Marine Le Pen embistió, se burló, rió, mintió e hizo todo lo posible por desestabilizar a Emmanuel Macron. Apeló a las emociones. Enhebró frases ya muy escuchadas en sus mítines. Se hizo un enorme lío al hablar del euro y el franco. En cierta forma, Le Pen asumió la derrota electoral y trató de erigirse en futura jefa de la oposición.
Macron, impaciente a ratos, con un incómodo tono profesoral, apeló a la racionalidad de los electores. El candidato centrista ganó un debate que rebajó a ambos contendientes.
Marine Le Pen arrancó desde el primer minuto con una diatriba contra Macron y mantuvo ese tono hasta que se agotaron las dos horas y media. Su rival, dijo, era el candidato de la precariedad, de las élites, de la mundialización, del desempleo, de la desprotección, de la desesperanza. Más adelante afirmó que en adelante una mujer dirigiría Francia: “O yo, o la señora Merkel”. Cuando Le Pen acusó a Macron de ser el heredero del socialista François Hollande, éste respondió de la forma más obvia y contundente: “Usted es la hija de Jean-Marie Le Pen y la heredera de la ultraderecha”.
Los sondeos dieron ganador a Macron de forma amplia, con más del 60% de opiniones favorables.
Era muy difícil sacar algo en claro de una cacofonía en la que las voces de ambos se solapaban y había muchos más insultos que propuestas. Una vieja ceremonia republicana, la del debate respetuoso e inteligente entre los dos candidatos finalistas, fue envilecida quizá para siempre.
Le Pen creyó que sacaría ventaja de ese tono de discusión callejera. Fue el peor momento de su campaña, una campaña hasta ahora inteligente y eficaz. Quizá enardeció a los suyos, pero espantó al resto de los electores y tal vez logró incluso movilizar a favor de Macron a un cierto número de ciudadanos que pensaban abstenerse.
Emmanuel Macron repitió una y otra vez que su adversaria decía “tonterías” y “mentiras” y acabó calificándola de “indigna” de presidir Francia. Nunca se había escuchado algo así.
Tampoco se había visto jamás a un candidato incapaz de precisar qué moneda quería para su país: Le Pen, que ya no promete la ruptura con el euro, no supo decir para qué mantendría el euro, para qué utilizaría el franco o en qué divisa se pagarían las importaciones.

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