Los habitantes de Caracas, tras tres semanas de protestas, viven entre el racionamiento, escasez de medicinas, inseguridad y polarización política
Caracas es una montaña rusa. Cruzar la capital de Venezuela, escenario desde hace tres semanas de las protestas de la oposición que demanda elecciones al Gobierno de Nicolás Maduro, supone un viaje a través de mundos paralelos, visiones opuestas de la realidad y disfunciones que ilustran la vida cotidiana de muchos venezolanos.
Los vecinos de Petare, uno de los barrios más humildes e inseguros del país, acuden al mercado a media mañana. En los puestos predominan la fruta y algunas verduras. Delante de las tiendas de alimentación más abastecidas, protegidas con rejas de seguridad, son habituales las colas para comprar pan y otros productos básicos. En el comercio de Douglas Gutiérrez hay que respetar unas normas: cada cliente puede comprar como mucho cuatro paquetes de arroz, cuatro de azúcar y cuatro botellas de aceite.