Como el rey Pirro de la Antigüedad, que ganó una guerra pero perdió buena parte de su ejército, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, podría haber ganado un plebiscito a costa de perder la legitimidad que sucesivas victorias electorales le habían conferido.
La oposición turca ya dejó claro su cuestionamiento a los resultados del referéndum del domingo, que se cerró con un ajustadísimo triunfo para el sí a la reforma constitucional que transformará el país en un sistema presidencialista (obtuvo el 51,4 % de los votos frente al 48,6 % del no).
“El sistema presidencialista ha nacido muerto, no puede aplicarse a Turquía”, sentenció Yasemin Öney Cankurtaran, vicepresidente de la principal formación opositora, el Partido Republicano del Pueblo (CHP). “El Estado utilizó todos los medios a su disposición. Se cree que gastó cerca de 1.000 millones de dólares”.
“En los últimos dos meses (la Presidencia de la República) ha gastado 75 % de los fondos reservados que tiene adjudicados y tenemos serias sospechas de que ese dinero se ha dedicado a la campaña. Y pese a todos los fraudes que han cometido sólo han conseguido una ventaja del 2 %. En estas condiciones y con este margen, tratar de imponer un sistema presidencialista es algo que carece de legitimidad”, denunció la dirigente socialdemócrata.
Europa pide contención a Erdogan
Europa evita felicitar al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, por la victoria en el referéndum. Le advierte que está en juego la errática candidatura de Turquía a integrar la UE. A la inquietud por el poder casi omnímodo que la reforma constitucional garantiza a Erdogan, el club comunitario añade ahora otro motivo de recelo: las sospechas de fraude en el resultado.
Los líderes europeos muestran preocupación ante el creciente autoritarismo del líder turco y le urgen a dialogar con toda la sociedad ante la ajustadísima ventaja del sí en el resultado.
La relación de Turquía con Europa se convirtió en uno de los ejes de campaña para reclamar el respaldo a la reforma constitucional de Erdogan. Conscientes de que el resultado condicionará el entendimiento entre Ankara y Bruselas, los dirigentes comunitarios alertan. Los cambios constitucionales “serán evaluados en el marco de las obligaciones de Turquía como país candidato a la UE y como miembro del Consejo de Europa [institución ajena a la UE]”, según un comunicado del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, la jefa de la diplomacia, Federica Mogherini, y el comisario de Ampliación, Johannes Hahn.
Es decir, los Estados miembros evaluarán si con los cambios introducidos en la Constitución turca, el vecino del sur sigue cumpliendo los criterios para aspirar a ingresar en la UE.