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Viacrucis en la comunidad de Huitzila

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Tizayuca

Más de mil personas presenciaron la crucifixión y las tres caídas

El pasado viernes los habitantes de la comunidad de Huitzila se congregaron en la calle 16 de enero de 1989, a las 10:00 horas para presenciar la escenificación de la crucifixión, en el kiosco que se encuentra a un lado de la parroquia San Francisco de Asís. Fue exitosa la intención de preservar las costumbres y tradiciones en Semana Santa.

El sol apenas salía. Se sentía un poco de frío. Comenzaron a llegar más familias con sus niños. Eran familias que se sentaban en las bancas, estratégicamente instaladas alrededor de la plaza.

Los vecinos del lugar se encontraban muy apurados barriendo calles. Algunas familias sacaron mesas que ponían enfrente de sus casas, para colocar imágenes de Santos, en una especie de altar, donde había un vaso con agua, y cadenas de papel crepé en color morado y flores confeccionadas por su familia.

Por fin llegó el sacerdote, Marco Hernández, quien vestía túnica color beige y un gorro negro. Portaba en sus manos un pequeño libro. Poco después de las 11:00 horas se ubicó en medio del kiosco para llamar a las personas que iban a participar. Los bendijo y rezó una hermosa oración. Dijo que son tiempos de reflexión interna y con el prójimo y para dar gracias a Nuestro Señor.

Juan Arrieta Sánchez, de 26 años de edad, fue quien interpretó a Jesús.  La escenificación comenzó a las 11:20 horas cuando los guardias, entre empujones y jalones a Jesús salieron de la iglesia al kiosco. Recorrieron un pequeño tramo para llevarlo ante Poncio Pilatos que se encontraba sobre un templete.

Jesús fue juzgado por el pueblo judío quien le decía que era un falso profeta. La gente no perdía detalle. Con mirada atónita, era testigo de uno de los juicios más injustos de la historia de la humanidad.

El padre leía versículos. Iba relatando lo que sucedía. Al terminar la primera estación, en la que los guardias azotan y colocan una corona de espinas, a las 11:30 horas le dan la cruz a Jesús, que comenzaría con su Calvario para recorrer 14 estaciones por las calles Sinaloa, Sonora y Querétaro. Estaba descalzo. El sol abrumador del medio día comenzaba a sentirse.

Fueron más de 60 personas las que actuaron. La madre de Jesús, las mujeres de Galilea. Todos ataviados con túnicas en colores claros y de satín. Los soldados romanos llevaban huaraches y cascos diseñados con papel y cartón muy bien hechos. Todos ellos traían capas rojas.

Ya para las 12:00 horas se habían juntado más personas. Algunos vecinos, desde sus casas, estaban pendientes para cuando pasara el Viacrucis. Era cuando salían y se sumaban a caminar detrás de Jesús.

Algunos adultos se persignaban. Otros lloraban, recordando el sufrimiento de ese hombre que fue sacrificado hace más de 2 mil años.

El ambiente en la comunidad era triste. Las calles estaban en completo silencio. Tanto que aún a lo lejos se podía escuchar el canto del padre, quien fue provisto de todo un equipo de sonido, que era transportado  en una camioneta. En cada estación rezaban un rosario.

Los guardias seguían golpeando a Jesús y se burlaban durante el recorrido. A las 13:30 horas llevaban ya la mitad del recorrido, que se hacía cada vez más lento.

Dos policías de Seguridad Pública Municipal (vestidos con uniformes del siglo XXI) iban abriendo paso. Uno en moto y otro a pie. Verificaban que automóviles (también del siglo XXI) no obstruyeran el paso. Una ambulancia fue habilitada para cualquier emergencia, o alguna atención médica, como insolaciones o desmayos.

Eran más de mil personas las que caminaban siguiendo el Viacrucis. A lo lejos se podía observar la gran fila de gente. Algunas familias regalaron botellas de agua a los fieles que ya se veían cansados. Sin embargo, continuaban sin descansar. Otras familias ofrecían fruta picada… hasta donde alcanzará. Eran vasos pequeños con su tenedor, que eran repartidos por una camioneta.

Alrededor de las 14:00 horas se vivieron los últimos momentos de Jesús. Antes de que fuera crucificado, en medio de dos ladrones. En el lugar del sacrificio el polvo suelto hizo posible se formara un remolino que pasó en medio de todas las personas que se taparon la boca con lo que tenían en la mano.

Cuando Jesús murió hubo un momento de silencio. María recibió a su hijo cuando lo bajaron de la Cruz. Lo abrazó y fue víctima de un llanto desolador que estremeció a los presentes.