Xi Jinping está dispuesto a maniatar la lengua del presidente Trump, a anunciar inversiones millonarias en los Estados Unidos y demostrar que ellos están contribuyendo a la creación de empleos en ese país
El presidente de China, Xi Jinping, ha llegado este jueves a la Florida para reunirse con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, haciendo a un lado las declaraciones de campaña del presidente estadounidense, que avizoraban una guerra comercial, y con el compromiso de la Casa Blanca de respetar una sola China, haciendo a un lado a Taiwán y, quizá, el tema de la violación de los derechos humanos por Pekín.
Está más que claro, Carlos Slim lo señaló en su rueda de prensa de principio de año, el presidente Trump lo ha dejado escrito en su libro “Crippled America: How to Make America Great Again”, en las negociaciones él aplasta a sus rivales cuando los ve débiles y negocia con los fuertes. Todo parece indicar que el presidente Trump ha dejado a México golpeado, tambaleante, con un gobierno que parece resignado a bajar la cabeza y mostrar cordura, entusiasmado con iniciar las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), mientras negocia con China el futuro del planeta.
Aunque el primer encuentro entre los dos máximos dirigentes del planeta es aún incierto, pues parecen personajes diametralmente opuestas; uno representa a un país que se ha colocado como el centro del mundo capitalista, a pesar de que es gobernado por un partido que se dice comunista, que se ha declarado defensor del libre comercio, al país con las reservas internacionales más grandes del planeta y principal acreedor de los Estados Unidos; el otro, representa a la aún primer economía mundial, al gendarme eterno del planeta, al resurgimiento del proteccionismo comercial y enemigo de la lucha contra el calentamiento global.
El presidente Xi Jinping es un hombre que no deja nada al azar, ordenado, nunca deja nada fuera de lugar en su oficina y respeta el protocolo de las reuniones oficiales, no twittea; en cambio el presidente Trump ha hecho de Twitter su principal arma desde que llegó al poder, impredecible y sin pelos en la lengua para decir lo que piensa, sin medir consecuencias.
Desde luego, pese a que los dos líderes mundiales tienen personalidades opuestas, se equivocan al deducir que la reunión será infructuosa, pues se trata de una reunión histórica entre los principales líderes del planeta, el representante del otrora centro del mundo capitalista y el representante del país que hoy es el ombligo del capitalismo; que además, hoy controla los destinos de los Estados Unidos a través de su deuda, de su potencial económico y su enorme capacidad de inversión; ya no digamos el peso de su potencial atómico y su enorme ejército.
Xi Jinping está dispuesto a maniatar la lengua del presidente Trump, a anunciar inversiones millonarias en los Estados Unidos y demostrar que ellos están contribuyendo a la creación de empleos en ese país, a incorporarse a los grandes proyectos de infraestructura prometidos por el presidente Trump; pero además, el presidente chino podría bien anunciar compras millonarias a las empresas estadounidenses como Boeing, por ejemplo.
Todo podrá pasar en esa reunión, pero seguramente el presidente Trump negociará y saldrá airoso de esa reunión con un amigo. Pese a sus deseos de frenar las importaciones chinas a los Estados Unidos, seguramente no veremos el anuncio de un impuesto de 45% sobre las importaciones chinas.
Los temas económicos posiblemente se soluciones con las promesas de inversiones millonarias chinas en los Estados Unidos y contratos con empresas nacionales; pero los temas de seguridad podrían avanzar con un poco de voluntad de ambas partes; por ejemplo, el tema de Corea del Norte podría tomar algún giro, a pesar de que probablemente China no tenga interés en desestabilizar su régimen de influencia y enfrentar una ola de refugiados, como ha pasado con la guerra en Siria e Iraq.
De esta reunión, lo mejor que podríamos esperar es un presidente Trump, victorioso y seguro, saliendo con un nuevo amigo, con compromisos para estabilizar el planeta y arreglar algunos temas diplomáticos en Medio Oriente y en el Consejo de Seguridad; con un Xi Jinping seguro de que sus exportaciones hacia los Estados Unidos no sufrirán restricciones a la entrada; algo que el gobierno mexicano no puede asegurar ahora.