Otra lección de patanería trumpista
Trump recibe a Merkel en un clima de frialdad y advierte de que “quizá sólo tenemos en común que Obama nos espió”
Claves de su desencuentro: Trump pide más gasto en defensa de los aliados de la OTAN. “Muchas naciones adeudan mucho dinero de los últimos años”, generando una situación que “es muy injusta para EU”. Merkel: “Nos hemos comprometido a alcanzar el 2% en 2024”. Pero es que además, “defensa y seguridad tiene muchas facetas”. ¿Un ejemplo? La ayuda al desarrollo en África. Algo que Trump quiere eliminar del Presupuesto de EU
En su intento por tender puentes entre Alemania EU, la canciller Angela Merkel no ahorró esfuerzos. Recurrió, incluso, a las fuentes más solventes de la hemeroteca: el número de la revista ‘Playboy’ de marzo de 1990, que incluía una entrevista al entonces empresario realizada cuando éste “llevaba 48 horas sin dormir” y en la que Trump afirmaba que lo primero que haría si algún día llegaba a la Casa Blanca iba a ser “echarle encima un impuesto a cada Mercedes que ruede por este país”.
Así que nadie puede decir a Merkel que no iba sobre aviso. Y, aun así la jefa de Gobierno de Alemania tuvo ocasión de ensayar todos sus modelos de caras de póker en su visita a la Casa Blanca. Primero, cuando, a instancias de los periodistas, le pidió a Trump que le diera la mano en el Despacho Oval.
La canciller alemana todavía está esperando no solo la respuesta, sino que su anfitrión, al menos, la mirara. Después, en rueda de prensa, cuando Trump dijo que él y Merkel “por lo menos tenemos una cosa en común”: haber sido espiados por Barack Obama.
La primera vez, Merkel se quedó un par de segundo mirando a Trump mientras éste ni se dignaba a poner la mirada; a continuación, volvió a dirigir su mirada a la prensa.
La segunda, la canciller miró repetidamente a Trump y a los periodistas, como perdida por una fracción de segundo, antes de esbozar una media sonrisa. Debió de pensar que era un error de traducción. Pero no: era real. Y eso que Merkel empezó su rueda de prensa diciendo que “es mucho mejor hablar uno con otro, y no uno de otro”, caso en referencia a la frase de Trump durante la campaña electoral de que la canciller “está arruinando a Alemania”.
Fue el colofón de un desencuentro previsible e inevitable, una cascada de diferencias en tono, personalidad, y visión política. La cauta Angela Merkel junto al explosivo Donald Trump. Nadie esperaba una exhibición de afecto. Lo que hubo, al menos de cara a la galería, fue la definición de desencuentro, si no fuera porque nadie esperaba mucho.