Los fantasmas de las crisis

La crisis de la deuda en México, iniciada con el anuncio del gobierno mexicano en agosto de 1982 sobre su insolvencia para cubrir sus compromisos internacionales parece lejana; sin embargo, la normalización de la política monetaria de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) iniciada este miércoles con el incremento de un cuarto de punto a sus tasas de interés, llevándolas de 0.75% a 1%, podrían revivir viejas experiencias entre los mexicanos; sobre todo, si consideramos que la FED pretende llevarlas a 3% en 2018.

En 1982 se combinó un aumento de las tasas de interés con una caída de los precios de las materias primas, pero entonces México era un próspero país productor de petróleo y ahora su producción ha caído, para pasa a convertirse en un importador; al menos ese es el discurso oficial utilizado para justificar el aumento en los precios de las gasolinas.

Aún cuando Europa y los Estados Unidos han decidido divergir en la trayectoria de sus políticas monetarias, pues mientras la FED ha aumentado sus tasas el Banco Central Europeo las mantiene cercanas a 0%; lo cierto es que los aumentos de las tasas de interés, combinados con la caída de los precios de las materias primas, como ya viene sucediendo desde 2015, más la pérdida de dinamismo de la economía china y la prolongación del lento crecimiento de las economías desarrolladas, podrían hacer aparecer las viejas crisis en países como México, a pesar de las cuantiosas reservas internacionales acumuladas en estos años.

La semana pasada la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) anunció la colocación de un bono en los mercados locales de deuda, por 15 mil millones de pesos, con un plazo al vencimiento a 30 años; el titular de la Secretaría, el Dr. José Antonio Meade, explicó que ello no incrementaría el nivel de la deuda del país y señaló que se ésta se mantenía estable, situándose por encima de los 9 billones de pesos, equivalente al 50.5% del Producto Interno Bruto (PIB). Además, precisó que los recursos obtenidos ayudarían a prepagar vencimientos en el 2018 y 2019.

Lo cierto es que en lo que va del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto, la deuda a pasado de 36.5% a 50.5% del PIB. Los datos actuales del Banco de México indican que, la deuda interna bruta a enero de este años había llegado a 6,279,971 millones de pesos, mientras que la deuda externa bruta había alcanzado los 183,184 millones de dólares.

A finales de 2015, la deuda del sector público del país había llegado a representar el 51.9% del PIB, por lo que el que hoy la SHCP diga que ésta representa sólo el 50.5%, no es sino el adelantar su propuesta de estabilizarla en 50.5% en 2020, lo cual había anunciado el Fondo Monetario Internacional (FMI) a finales de 2015.

Cifras y cifras, estadísticas frías que no representan forzosamente la realidad del  país y de su hacienda pública. La SHCP insiste en plantear que el nivel de deuda de México es sostenible en el mediano plazo, sin embargo, la realidad indica que el 52% del total de esa deuda está en manos de acreedores extranjeros, lo que para cualquier analista representa un riesgo.

México hoy no tiene el pleno control sobre su futuro, no sólo porque la producción de petróleo se ha reducido y lo que queda de él ha sido puesto en manos de empresas extranjeras, sin importar los mecanismo de control que pueda haber a través de los contratos y concesiones otorgadas; sino porque si la economía china comienza a desacelerar su ritmo de crecimiento y la demanda de materias primas se sigue reduciendo, los ingresos por exportación de materias primas se vendrán a bajo.

A la vez, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y lo que se desprenda de éste proceso, que permite a México exportar anualmente el 80%, en promedio, del total de su exportaciones; aunado al lento crecimiento de las economías desarrolladas de Europa, a las que México exporta el 6%, en promedio, del total de sus exportaciones, podrían fracturar la producción manufacturera del país, el crecimiento y el empleo.

Lo peor que podría hacer México hoy, es pensar en que el orden de cosas actual permanecerá intacto en el futuro, que los cambios en la política monetaria de los Estados Unidos, el crecimiento menor de la economía china y la crisis europea, no afectarán a su economía. Lo mejor que podría hacer, es comenzar a explorar espacios nuevos para sus exportaciones y rediseñar su política económica para enfrentar una crisis mayor que la actual.

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