Trump vuelve a ser Trump. Irrumpió cual vendaval en el territorio más sensible de la seguridad: el arsenal nuclear. En entrevista declaró que quiere aumentar la capacidad nuclear de su país para asegurar que esté a la “cabeza de la manada”. Sus palabras, acompañadas de una fuerte crítica al tratado de limitación con Rusia, resucita el espectro de la carrera armamentista.
La idea no es nueva en Trump. Ya en diciembre lo anunció en tuit. Pero entonces no tenía acceso al botón nuclear. Y tampoco dio más detalles. Ahora, ya asentado en la Casa Blanca, ha avanzado. EU, a juicio de Trump, ha fallado en modernizar su poderío atómico y se ha sometido a un acuerdo de limitación de armamento, el nuevo START, que es “unilateral y malo”.
“Soy el primero que querría ver a todo el mundo sin armas, pero no podemos quedarnos por detrás de ningún país, aunque sea país amigo. Sería maravilloso, sería un sueño, que no hubiera armamento, pero si hay países que van a tener bombas nucleares, nosotros tenemos que estar en cabeza de la manada”, afirmó.
En el planeta, según la Federación de Científicos Americanos, hay unas 15.350 armas de este tipo. El 90% en manos de EU y Rusia. El último tratado entre ambos países establece que para febrero de 2018 deben haber limitado su arsenal estratégico y que luego han de igualar fuerzas durante 10 años.
Este acuerdo, presentado en 2010 como el final de la Guerra Fría y denostado ahora por Trump, fija en 1.550 las ojivas a cada lado. También restringe a 800 las lanzaderas terrestres y submarinas, así como bombarderos con capacidad nuclear. Las palabras de Trump parecen sugerir el fin de este objetivo, fruto de largos años de negociaciones, o bien el despliegue de nueva tecnología.
En las últimas décadas, el arsenal nuclear se ha reducido notablemente. EU, de hecho, dispone de menos bombas que en 1967. Pero esta disminución es resbaladiza. Al tiempo que se han retirado las bombas más obsoletas, se ha refinado la balística y aumentado la capacidad letal.
El último paso en este sentido lo dio el expresidente Barack Obama cuando puso en marcha el mayor programa de modernización del arsenal nuclear. Su objetivo es reducirlo a unas 500 bombas atómicas fácilmente manejables y de alta precisión. El plan, con una inversión prevista de un billón de dólares, se debe completar en tres décadas. Pero muchos expertos ya han señalado que será complicado que EU pueda pagarlo.