“Hay demasiada chusma marroquí en nuestra tierra”

En 2016, poco después de los asaltos sexuales en masa registrados en Colonia (Alemania) durante la Nochevieja, repartió en la propia Spijkenisse frascos de spray de resistencia. Cargados de pintura, pretendía ayudar con ellos a las mujeres a defenderse de posibles agresiones por parte de “refugiados que son bombas de testosterona”, según declaró.

Geert Wilders, el líder antimusulmán holandés, inauguró la campaña electoral de su Partido para la Libertad (PVV, en sus siglas en neerlandés) con una visita a la localidad de Spijkenisse, cercana a Rotterdam. Las fuertes medidas de seguridad y la abundancia de agentes de policía de uniforme y de paisano han relegado a los residentes del municipio de poco más de 70.000 habitantes.

Consciente de la repercusión mediática de su presencia, Wilders ha resumido su programa en sendos mensajes: “Será una votación histórica porque los holandeses podremos recuperar nuestro país”; “hay demasiada chusma marroquí en nuestra tierra”. El político xenófobo encabeza las encuestas para los comicios del próximo 15 de marzo. El resultado será el primero en mostrar el verdadero tirón del populismo de extrema derecha europeo, ya que después votará Alemania y Francia, ambos con la extrema derecha en auge.

Muy activo, y hábil, en su cuenta de Twitter, Wilders no había pisado todavía la calle como cabeza de lista de su grupo. A su paso por la ciudad se han visto pequeños carteles caseros donde se le criticaba por formar parte del establishment. En otros se daba la “bienvenida a los refugiados”, una de sus batallas a batir.

Muy crecido por el liderazgo otorgado por los sondeos, él ha hecho hincapié en que su grupo piensa en los holandeses, “y el PVV es su partido si quieren recuperar el protagonismo”. Seguido por un centenar de cámaras, apenas ha podido mezclarse entre la gente, aunque sus seguidores más entregados le han llamado a gritos “presidente, presidente”.

Unos alaban la valentía del político porque secunda “la llegada de auténticos refugiados, no de cazadores de fortunas”. Otros más han rechazado a lo que a su juicio es “un tipo que pretende normalizar el racismo y la discriminación”.

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