Argumento que defiende el Primer Ministro canadiense
En un discurso ante el Parlamento Europeo respalda la globalización con valores como respuesta al populismo
El comercio que tenga en cuenta los valores sociales, los derechos humanos y el medio ambiente son el bálsamo idóneo con el que combatir la ansiedad global, según el mantra que Trudeau defendió durante una media hora de discurso prudente y también después en una conferencia de prensa.
La Eurocámara ha recibido con largos aplausos a Justin Trudeau, el político de moda y primer ministro canadiense, que llegó a Estrasburgo a celebrar el CETA, el polémico tratado de libre comercio con la Unión Europea aprobado el miércoles.
Las palabras pronunciadas por Trudeau en el hemiciclo sonaron a música celestial para los representantes de una Europa fragilizada por el Brexit y por el avance eurófobo y populista. “La UE es un logro extraordinario. Un modelo de cooperación pacífica. Es vital para resolver los desafíos a los que nos enfrentamos en la comunidad internacional”, sostuvo Trudeau. “El mundo entero se beneficia de una Europa fuerte”.
Trudeau habló de “valores compartidos” con Europa, como “la democracia, el Estado de derecho, los derechos humanos, la inclusión y la diversidad” y por eso, la UE y Canadá, —dijo— deben atreverse a “liderar la economía mundial”. El primer ministro canadiense no hizo mención a su vecino Donald Trump, pero sí aludió al presidente estadounidense y al rechazo a su credo proteccionista.
La inyección de autoestima a los europeos vino acompañada de un diagnóstico sombrío de los miedos que recorren Occidente, para el que según Trudeau, acuerdos de libre comercio “progresistas y modernos” como el CETA pueden convertirse el inicio de la solución de los problemas que acechan a las clases medias empobrecidas.
“Hay mucha ansiedad ahí fuera sobre el futuro. Hay que crear oportunidades para las clases medias. Tenemos que reconocer que hay mucha inquietud y ser capaces de responder a esa inquietud”. Pero sobre todo hizo hincapié en que cualquier pacto comercial debe favorecer a aquellos que sienten que el futuro de sus hijos no es tan prometedor como lo fue para ellos y en general a los damnificados por los desajustes de la globalización.