¿QUO VADIS? CONÓCETE A TI MISMO.

 

A JESÚS MURILLO KARAM, CON AFECTO Y RESPETO.

 

A un desarrapado y poco elegante filósofo de la antigua Atenas, le gustaba visitar mercados, con dos propósitos: el primero, advertir cuántas eran las cosas que no necesitaba, el segundo, interrogar a los ciudadanos que encontraba (mientras más aristocráticos y encumbrados, mejor) y formular de manera impertinente, una serie de preguntas, aparentemente inocentes, pero llenas de malicia.  Las respuestas no hacían más que exhibir la ignorancia de los interpelados, quienes odiaban al indigente sabio; éste respondía a un nombre que hasta la fecha trasciende: Sócrates.

 

Quien exhibe la ignorancia de otro, por ese simple hecho gana su odio.  Alguna vez afirmé: “tolero un insulto, pero no una burla”.  En este sentido, los rencorosos, por medio de sus testaferros: Anito, Melito y Licón, incitaron al pueblo para acusar al preguntón, quien finalmente fue condenado a beber la cicuta.  Ikram Antaki no dudaba en afirmar una y otra vez: “Sócrates fue asesinado por la democracia”.

 

Aparte de la célebre frase “Sólo sé que no sé nada” y otras no menos trascendentes, la historia del pensamiento universal le atribuye la profundidad del imperativo: “Conócete a ti mismo”…  Parece simple ¿verdad?  No es así.

 

La naturaleza dotó a la conciencia con una serie de mecanismos para su protección subjetiva: nos amamos a nosotros mismos; inclusive seres con ínfima autoestima.  Culpamos a los demás de nuestros males; racionalizamos (que no razonamos) por medio de falsos silogismos, para justificar defectos y errores.  ¡Qué difícil es admitir, por ejemplo, la propia soberbia, la ignorancia, la indolencia, el egoísmo, la vanidad, la carencia de valores…!  Es preferible el autoengaño a confrontarse con la realidad, cuando ésta no obedece a la imagen que consideramos ideal.  En síntesis: conocerse a sí mismo suele resultar doloroso y si alguien de buena o mala fe, habla de nuestras lacras lo consideramos enemigo, así se trate de nuestro propio padre.

 

Dentro de la tradición cristiana, la pregunta ¿Quo vadis? Gira en torno a San Pedro.  Cuenta la Leyenda Dorada, escrita en el Siglo XIII por el monje dominico Jacobo (o Santiago) de Vorágine que, el Emperador Nerón, en el año 64 de nuestra era, inició una feroz persecución en contra de los cristianos.  Temeroso de que algo malo le pudiera suceder, el futuro San Pedro escapó de Roma.  En su huida, se encontró con Jesucristo (años después de su muerte) quien cargaba una cruz.  El futuro Padre de la iglesia, al verlo preguntó: ¿Quo vadis Dómine?  (¿A dónde vas, Señor?); la respuesta fue: “Mi pueblo te necesita; si lo abandonas yo iré a Roma para ser sacrificado de nuevo”.  El apóstol, se dirigía hacia ninguna parte; la pregunta que dirigió al Nazareno, en realidad era para sí mismo: “¿A dónde vas, Pedro?”.  Tras esa visión, sus miedos le dieron vergüenza; volvió a Roma.  Nerón lo condenó a la crucifixión.  Por considerar que no era digno de morir como su maestro, los romanos optaron por colocarlo en la cruz con la cabeza hacia abajo.  En el lugar de su martirio, hoy se levanta la basílica de San Pedro.  Según la tradición, ahí reposan sus restos.  De esta narración se desprende la siguiente enseñanza: más vale ir al encuentro del sacrificio y de una muerte segura, que deambular sin rumbo.

 

Dice el proverbio chino que una caminata de mil kilómetros se inicia con el primer paso; a contrario sensu puede afirmarse que caminar mil kilómetros no sirve para nada, si no se tiene un objetivo.

 

Cuando Machado dice: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, hace una bella metáfora, pero puede ser una aberración lógica.  Efectivamente, no se necesita la existencia de una senda, pero sólo cuando se sabe hacia cuál de los puntos cardinales hay que marchar para encontrar el destino prefijado.

 

En la vida real muchos jóvenes y otros no tan jóvenes, no sabemos responder al cristiano ¿Quo vadis?  Ignoramos a dónde vamos, no nos conocemos a nosotros mismos.  Por ejemplo, hay quien acepta de por vida el martirio de trabajar en lo que no le gusta; llega a despreciar a su propia familia; a aborrecer su circunstancia…  Evade responder a la prospectiva ¿Cómo te ves a ti mismo dentro de diez años?  Porque la respuesta significa compromiso.  El sueño de la eterna lozanía puede volver inútil una existencia.

 

La joven e inteligente Notaria Araceli Gómez Molano, a su temprana edad ya vivió la experiencia de desempeñar un alto cargo en la PGR, en épocas turbulentas.   Admite lo difícil que es conocerse a sí mismo y cita a Yuval Noha Harari, cuando dice “Hoy el teléfono celular sabe más de nuestra vida que nosotros mismos”.

Enero, 2017.

Related posts