Home Un Infierno Bonito UN INFIERNO BONITO

UN INFIERNO BONITO

0

VECINOS ESTÁN QUE SE LOS LLEVA LA GROSERÍA
Vecinos del municipio de Tepeji del Río piden que les manden a los policías federales o de jodido a los uniformados de la estatal porque están hasta la madre de tantos ladrones.

Un  grupo de más de 200 habitantes hicieron una marcha parándose afuera de la presidencia municipal, y amenazan que si no paran la delincuencia van a hacerse justicia con su propia mano, comenzando con los nahuales que tienen como policías que no sirven ni para enyerbar perros.
Que también al alcalde se lo van a empinar porque junto con el director de Seguridad parece que los tapan y libremente hacen sus fechorías.
Ya están juntando armas para hacer el grupo autodefensa, y delincuente que agarren ahí mismo lo fusilan. Los que levantaron la mano en estar en ese acuerdo son los que viven en la colonia San Francisco Segunda Sección.
Aseguran que un sujeto conocido en el bajo mundo como “La Loba” es el jefe de una banda criminal. Ha sembrado el terror, el miedo. Cada que salen de sus casas los hombres al campo, van en grupo. Las mujeres están juntando dinero para comprar chalecos antibalas que se las van a poner como calzones para evitar ser violadas. Los comerciantes debajo del mostrador tienen un garrote.
Se ha soltado la delincuencia. Se oyen versiones que “La Loba” es entenado del presidente municipal porque hasta el director de Seguridad Pública lo protege. Cuando hay un asalto llaman a la policía y llegan una hora después. Les dicen que van tras ellos, pero se regresan a su pulguero.
Tres veces se han reunido los vecinos con el jefe policíaco. Dijo que van con todo contra “La Loba”. Vecinos de 65 años y más les han conseguido con sus abuelos que anduvieron en la Revolución, entre las bolas de Pancho Villa, su carabina 30-30 para asegurar su patrimonio y proteger su vida.
Los colonos están participando al 100 por ciento con el fin de acabar con “La Loba” que se unió a otro llamado “La Cebra”. Quiso vengarse de un comerciante que lo echó de cabeza que lo quería robar. Como no pudo, amenazó de volver con sus secuaces.
Dijeron los organizadores del ejército de autodefensa que cuando hay reunión se cuelan perros de oreja y hay varios jovencitos que trabajan con los bandoleros.
Se filtran a las juntas. Saben que son halcones. En esta última asamblea quedaron de que todos los campesinos que anden en la calle usarán un silbato y en cualquier momento de peligro lo toquen para que salgan los que lo escucharon, repartiendo madrazos.
Advirtieron a los árbitros de futbol que por un tiempo no vayan a silbar y no se les vaya a ocurrir tocar su silbato porque desde hoy en adelante, ladrón que encuentren lo van a ejecutar sin tomar en cuenta a los gendarmes. Que les dijo un pajarito que los uniformados reciben su mochada.
También andan bailando en la tablita el MP, sabiendo que son ladrones mañosos y asesinos, los detiene 36 horas y luego los suelta con la mamada de que no hicieron denuncia.
Así que ya están avisados. Y esos acuerdos son como las reformas que hizo Peña Nieto. No se pueden echar para atrás.

AMIGOS TERMINARON PELEANDO
Juan, de 19 años y Armando, de 20, eran grandes amigos. Se querían como hermanos, como si los dos hubieran salido de la misma madre. Siempre andaban juntos y estaban en la universidad.
Alquilaban un departamento en la avenida Madero, pero su amistad, de un momento se acabó. Se devolvieron sus cosas, se sacaron los trapitos y se pelearon a morir.
Armando usó un cuchillo con el fin de sacarle las tripas a Juan y cuando le tiró el cuchillazo, se volteó y se lo clavó en una nalga haciéndole otro agujero. 
A Juan se lo llevaron al Hospital General y a Armando a la barandilla. Ante el MP declaró  que este fin de semana, como lo hacían, seguido, invitaron a puro puñal. Corrió el vino y se pusieron hasta la madre.
Bailaban unos con otros, y hacían mucho escándalo. Los vecinos estaban enojados porque no los dejaban dormir, y los criticaban que eran de jotolandia.
Armando salió al patio a echar una meada porque el baño estaba ocupado. Se le hicieron los ojos cuadrados cuando vio a Juan que estaba abrazado, muy acaramelado, con uno de los invitados. Furioso, fue hablar con él, haciéndole reclamos. Ya ni la amolaba, que respetara la casa.
Le dio un aventón, que cayó de sentón, mordiéndose la lengua, que por poco y se la mocha. Juan se levantó tapándose la boca, deteniendo la sangre.
Se metió a la casa. Armando iba tras él, cajeteándolo. Al ver que no le hacía caso, le quebró un florero en la cholla, que lo acabó de amolar.
Los de la fiesta. al verlo que estaba más bravo que un león, se salieron hechos la mocha. Juan no podía hablar. Con la mano le mentó la madre a Armando.
Eso lo puso más furioso. Fue a la cocina, sacó un cuchillo cebollero y le dio un piquete en las nalgas, que por poco le atina. Sólo le hizo un agujero en un glúteo, de 10 centímetros.
Por el escándalo, mandaron a llamar a la policía, quien pidió la ambulancia y lo trasladaron al Hospital General. Mientras le cosían la cabeza y la lengua, a señas acusaba a su ex amigo ante las autoridades.

SU VIEJA LO ENCONTRÓ CON SU AMANTE
Santiago estuvo en las puertas del infierno. Por un pelito de rana no entró. Lo salvó la campana porque el médico que lo atendía en terapia intensiva en el Hospital General, le puso corazón, cabeza y mano, y le atinó a la operación.
Su vieja Delfina, está enojada y dijo que merecía estar a tres metros bajo tierra, por infiel.
Echó una amenaza, de que ella buscará la forma de echárselo al plato. Si de esta se escapó, para la otra le va a dar más fuerte. Después de estar ocho días en terapia intensiva, por fin pudo declarar.
Le preguntaron qué características tenía el coche que lo atropelló. Contestó que no había sido llevado de corbata, fue de madriza que le dio su vieja porque lo encontró con una amiga.
Expuso que el domingo encontró a una amistad de hace años, ella había sido su novia desde que estaba en la secundaria, después se fue con otro cuate, y no supo más de ella. Habían pasado unos 15 años.
El sábado la encontró. Les dio mucho gusto a los dos. Se abrazaron. Ella muy cariñosa le dio un quico en la trompa, y a él le gusto. La invitó a que entraran a un restaurante a tomarse un café.
Ella lloró en su hombro y le dijo que el hombre que se la llevó resultó un desgraciado porque la empanzonó y después la dejó. Regresó a Pachuca, pero sus padres ya no la recibieron. La corrieron de su casa, y ella andaba navegando con bandera de tonta.
Estuvo en la casa de una señora que la ayudó y después trabajó con ella haciendo la limpieza. Sus patrones se fueron a Chiapas a cargarse de energía en las pirámides, y ella vino unos días a su patria chica.
Santiago le confesó que él siempre la quiso, y a la fecha la extrañaba. Se volvieron a dar otro quico. Para su mala suerte pasó por ahí una de las vecinas de la vecindad que es muy chismosa.
Quedaron de verse al día siguiente, que era domingo. Lo pelón era escapársele a su vieja que era muy celosa. Cuando llegaba a su casa, discretamente le revisa los calzones, a ver si no los traía al revés.
Le dijo a su vieja que su jefe de la oficina le había pedido que fuera a hacer guardia, sólo por esta vez. La señora Delfina le dijo que lo hiciera, primero estaba el trabajo y después lo demás. Pero ella sabía que la tarde anterior había estado con una vieja.
El domingo salió en el coche y ella los fue siguiendo en un taxi. Se bajó en el Parque Hidalgo. Estuvieron platicando y luego fueron a una restaurante en Plaza Galerías. Cuando estaban comiendo entró su mujer.
Levantó el plato y se lo azorrajó en la cara, que se fue hacia atrás cayendo en el suelo, pegándose en la cabeza, y perdió el sentido. La  señora con quien estaba salió como tapón de sidra.
Lo mismo hizo Delfina, que desde lejos vio cómo se llevaban a su viejo al Hospital General. Pide a las autoridades que la detengan porque pudo haber muerto del calaverazo que se dio.
El MP mandó a que la arrestaran. Ella dijo que su viejo está loco, que no salió el domingo por estar esperándolo. Llevó como testigo a su comadre y a la vieja que lo había visto acompañado.
Dijo su mujer que ella ha estado al pendiente del golpe que se dio. Le había dicho el médico que si se salvaba podía perder la conciencia o tendría lagunas mentales. Ella lo espera en su casa para darle los cuidados que necesita.

SE LE APARECIÓ EL DIABLO
Doña Inés se paseaba de un lado a otro como león enjaulado. Puso de nervios a uno de sus hijos, que le dijo que se sentara, y le rompió el hocico.
Se asomaba por la ventana y entre dientes le mentaba la madre a su viejo borracho que se había pasado de listo y no llegaba a su casa.
Mientras pasaban las horas, más furiosa se ponía. Mandó a sus catarros a dormir sin cenar, y agarró un palo grueso, y se sentó en el escalón a esperar al angelito.
Escuchó las 12 de la noche, y más se le pararon los pelos del espinazo. Don Tomás no se iba a escapar de una madriza por parrandero. Cuando lo vio que llegaba, le dio un palo en la mera chiluca, y cayó como regla.
El madrazo se escuchó hueco, que espantó a los perros de la vecindad, y lo dejó noqueado. Los vecinos pidieron ayuda a la Cruz Roja. Se lo llevaron al Hospital General con la cabeza rajada.
Horas después de haberle cosido la cabeza y poner sus ideas en orden, le dijo al Ministerio Público que en su trabajo le dieron la noticia de que uno de sus compañeros se había muerto y saliendo del trabajo fue al velorio. Cuando llegó a su casa, su vieja lo recibió pegándole con un palo.
Ellos son testigos que estaba en su juicio, y pide castigo contra la despiadada vieja, que ni tiempo le dio de explicarle por qué llegó tarde.
La pueden encontrar en el callejón de Peñuñuri  100, barrio de El Arbolito, porque él ya no piensa regresar a su casa.