Incremento en energía en 2017, fatídico para el PRI en 2018

A sólo un año de 2018, el año electoral, el aumento en los precios de la gasolina y la electricidad, contradiciendo las promesa del presidente Enrique Peña Nieto hechas durante su campaña presidencial, al aprobarse la reforma energética y en su mensaje de fin de año en 2015, parecen poner en evidencia que el presidente es iluso o alguien quiere su cabeza y hundir a su partido en las elecciones generales de 2018.

Liberalizar totalmente la economía nacional puede ser un buen objetivo, a fin de permitir que los precios de todos los productos y servicios (bienes) se formen de acuerdo a la oferta y la demanda y poner fin a los precios de monopolio o duopolio que se siguen presentando en muchos mercados. Sin embargo, uno se pregunta ¿Quiénes son los asesores del presidente? ¿Cuál es su visión del país, del comportamiento de los ciudadanos, de las reformas propuestas y aprobadas en 2013, del impacto social y político de las mismas?.

¿Para que iniciar el proceso de desregulación del mercado de los hidrocarburos una año antes del inicio de la campaña electoral por la presidencia? ¿A caso no hubiera sido más acertado heredar ese proceso al próximo presidente y evitar ponerse la guillotina en el cuello frente a los electores, sobre todo porque se trata de un largo proceso?, al menos frente el 38% de ellos que votaron por el presidente Enrique Peña Nieto y su partido.

Parece que quienes están detrás del presidente o son miopes, desde el punto de vista económico y político, o son “Caballos de Troya” que buscan su cabeza y la de su partido, que buscan hundirlo antes de que inicie la campaña por la presidencia de la República ¿A caso un elector, un ciudadano, dolido por no tener empleo en el sexenio, por ver desmoronar su patrimonio y reducir su ingresos, producto de ello y de los aumentos de los precios de la gasolina y electricidad, así como de su efecto en toda la cadena de precios de los bienes, votará por el PRI y sus candidatos en 2018?. Evidentemente no, dudo que lo haga; a excepción de falta de alternativas creíbles que lo obliguen a ello.

Como si fuero poco el aumento de los precios de las gasolinas y su impacto sobre los costos de producción y la formación de los precios en el mercado de millones de bienes, a ese aumento habrá que agregar el correspondiente a las tarifas de electricidad. De tal modo que, si los ciudadanos estaban indignados por el aumento de los precios de las gasolinas, ahora su rabia se duplicará, pues la Comisión Federal de Electricidad (CFE), bajo el argumento del incremento de los precios de los hidrocarburos para producir electricidad y gas (incremento del 77%), ha anunciado que las tarifas eléctricas también se incrementarán en 2017.

Con estos desaciertos, ahora el presidente Enrique Peña Nieto y su partido tienen una bomba de tiempo entre sus manos difícil de desactivar. Las tarifas eléctricas para la industria aumentarán entre el 3.7% y 4.5%, para el sector de los servicios entre 2.6% y 3.5%; mientras que los hogares que se han convertido en usuarios domésticos de alto consumo y pagan la tarifa DAC, deberán de pagar un incremento del 2.6%.

Se ha formado un mito en torno al precio de la gasolina en México, tratando de convencer al ciudadano que los precios de la gasolina en México son muy bajos en comparación con otros países; pero al menos hay 39 países en el mundo donde el litro de gasolina es vendido a un precio menor que en México, entre ellos Venezuela, Bolivia, Ecuador, Colombia y Panamá en América Latina.

De acuerdo a los datos de Global Petrol Prices, China es uno de los países que vende más caro el litro de gasolina, 1.91 dólares; seguido por Noruega con 1.79 dólares; Islandia con 1.72 dólares y Mónaco 1.65 dólares. México, que es un país productor de petróleo hasta ahora, vende en 0.72 dólares, en promedio, el litro de gasolina, mientras que en los Estados Unidos se vende 0.67 dólares y en Canadá en 0.92 dólares por litro. Pero en países como Venezuela, el litro de gasolina cuesta 0.01 dólar y en Arabia Saudita 0.24 dólares por litro.

Los ciudadanos no deben albergar falsas esperanzas sobre una gasolina barata ni en el corto ni mediano plazo. Al igual que ha pasado con la telefonía local y celular, con la televisión de paga, con los precios de los boletos de autobuses o avión, donde su experiencia es tangible, tardará unos cuantos años para que el mercado de los hidrocarburos pueda organizarse y ofrecer combustibles a precios competitivos, en un mercado internacional donde el precio promedio ronda alrededor de un dólar por litro.

Lo extraordinario de 2017 será ver cómo los precios de todos los bienes que se venden en México se ajustarán a los nuevos precios de las gasolinas y la electricidad, fuente de energía de la industria nacional, pues veremos la reestructuración de todos los costos de producción y nuevos precios; ello se reflejará en un incremento sustancial del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) y, por ende, en la inflación; cuya meta ha sido el timón de la política monetaria y económica del país después de la crisis de “los errores de diciembre” de 1994.

Si el gobierno, en verdad está empeñado en dejar que la economía de mercado se instaure en todos los sectores de la economía, entonces el Banco de México debería dejar de intervenir en el mercado de divisas vendiendo dólares al mejor postor, para defender una paridad del peso respecto al dólar que le ha costado mantener; debería dejar de intervenir en la economía para que sea el mercado quien determine todos los precios. Por lo que establecer el proceso de liberalización del mercado de las gasolinas en 5 etapas y determinar incrementos máximos a sus precios, sólo provocará especulación, desabasto y el surgimiento de un mercado informal de gasolinas, con enormes costos económicos y políticos.

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