Historiador del cine mudo
– El investigador que recibió el Premio Nacional de Arte y Lingüística habla de su pasión por el séptimo arte y cómo éste ha cambiado con los años
Aurelio de los Reyes es el gran historiador del cine mudo en México, a él se le debe el rescate de dos películas fundamentales del cine mexicano: “El puño de hierro” y “El tren fantasma”, que escondió cuando apenas tenía 15 años pero ya ponderaba su pasión por el cine y tenía clara su vocación de historiador; a él se le debe también la recuperación del argumento original de otra cinta mexicana emblemática: “El automóvil gris”, que halló en el Archivo General de la Nación.
Ha publicado sus investigaciones en más de 50 libros, varios de ellos los ha hecho en colaboración y otras tantos como coordinador. Ha dirigido más de 100 tesis sobre cine de licenciatura, maestría y doctorado y ha dado clases en la UNAM durante más de cinco décadas. En 1992 recibió el Ariel por el cortometraje documental “Y el cine llegó”; desde 2009 es miembro de la Academia Mexicana de Historia y hace unos días recibió el Premio Nacional de Arte y Lingüística en la categoría de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía por sus aportaciones a la historia del cine mexicano. Con él conversamos.
-¿El Premio Nacional le ha llevado a hacer un balance de su carrera?
No porque es un momento más en la investigación, no es el fin de la carrera, es un estímulo para terminar el proyecto que tengo de mis investigaciones. No porque reciba el Premio dejo de escribir, no porque sea el máximo reconocimiento que un gobierno le pueda entregar a un estudioso se paraliza uno o es el fin de la carrera. Escribí libros no para ganar premios sino por mis inquietudes, en el fondo mis libros no son más que respuestas a las preguntas que me he hecho, las preguntas siguen y sigue mi investigación.
-¿Los cines han cambiado?
Ahora me sorprende que sean salas tan pequeñas; creo que voy a encontrar tumultos y están vacías; han cambiado mucho las maneras de ver cine, desde el momento en que uno las puede ver en los iPhone dejó de ser una vivencia colectiva, un medio de sociabilidad y más bien el disfrute es individual. Pero ya no es ese sentido se sociabilidad que tenía el cine. Me gustaba mucho asistir a estos cines de barrios populares, me gustaba mucho hacer cola, una vez que vine al Alarcón, un día domingo, el cine lleno y una señora con su familia sentados con las piernas estiradas en el pasillo, entonces pasó un señor, se tropieza y casi se cae, vienen los insultos: “vieja jija”, “viejo de tal”; luego dicen “¡pero comadre!”, “compadre”, “¡ay comadrita!”. Pues eran conocidos, ahora todo eso se acabó. Eso me ha gustado mucho, fijarme en el público, desde vivirlo y compartir la experiencia.
-¿El cine es su gran pasión?
Lo sigo disfrutando mucho.