Lo dice Juan Manuel Santos, al recibir Nobel de la Paz
El presidente dedicó el galardón a las víctimas del conflicto con las FARC, aunque al acto de Oslo no fue invitada la guerrilla
En un discurso cargado de referencia al Macondo de Gabriel García Márquez –el otro Nobel colombiano-, Bob Dylan, Alfred Nobel o Malala, Santos hizo hincapié en que, más allá de su figura, el galardón era un reconocimiento a las más de ocho millones de víctimas que ha dejado la guerra de Colombia durante 52 años, a quienes agradeció su apoyo en estos años. “Las víctimas quieren la justicia, pero más que nada quieren la verdad”.
No habían pasado siquiera cinco días del rechazo de los colombianos al acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC en el plebiscito, el 2 de octubre, cuando el país, sumido en la incertidumbre, amaneció con la noticia de que su presidente, Juan Manuel Santos, era galardonado con el Nobel de la Paz. Un punto de inflexión para el proceso de paz y de respaldo al mandatario, como recordó este sábado tras recibir el premio en Oslo: “En un momento en que nuestro barco parecía ir a la deriva, el premio fue el viento de popa que nos impulsó para llegar a nuestro destino: ¡el puerto de la paz!”.
En la capital noruega, la misma ciudad donde hace poco más de cuatro años se iniciaron formalmente las negociaciones entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC, Santos volvió a constatar el apoyo de la comunidad internacional hacia el proceso de paz en Colombia.
El respaldo exterior contrasta, sin embargo, con el desgaste con el que el país transita hacia la paz. En los dos meses que han pasado entre la concesión del premio y la entrega, el Ejecutivo y las FARC lograron un nuevo acuerdo. No obstante, el texto tampoco satisfizo a los partidarios del ‘no’, agudizó la fractura entre las élites políticas y acrecentó la desafección hacia el proceso entre los colombianos.
Además, en este tiempo se han producido otras noticias que han opacado la entrega del galardón: el país ha visto cómo los asesinatos de líderes sociales han aumentado; la implementación del acuerdo era, efectivamente, tan difícil como se aventuraba; un avión se estrellaba dejando 71 muertos y una niña indígena de siete años era raptada, violada y asesinada por un arquitecto de 38 años, un crimen que ha primado sobre cualquier otra noticia la última semana.