Sus reformas estructurales fueron su peor enemigo

Hollande, otro presidente que traiciona sus promesas

El presidente menos querido de Francia ha empañado sus logros con cuatro reformas impopulares
Cuatro reformas de corte social-liberal le huncieron ante la opinión pública y le han señalado como un traidor a su programa. A los pocos meses de llegar, aplicó alzas fiscales que han costado 35.000 millones de euros a los hogares. Las clases medias han sufrido “un descenso histórico de su poder adquisitivo”.
Traicionado en sus propias filas, vapuleado por la oposición y los sondeos y perjudicado por sus contradicciones, el presidente menos querido de la V República aborda la recta final de su mandato como un gran perdedor. François Hollande ha protagonizado una legislatura convulsa en la que cualquier decisión suya era mal percibida. Solo la gestión antiterrorista ha aliviado esporádicamente su pésima imagen.
 “Stop al vapuleo a Hollande”. El pasado 20 de noviembre, 62 famosos artistas y deportistas difundieron un manifiesto con ese título para denunciar “el indigno encarnizamiento” contra el jefe del Estado mientras sus logros son “ignorados”. ¿Por qué odian tanto los franceses a su presidente? La respuesta está, una vez más, en la economía.
Hollande llegó al Elíseo con un aguerrido programa socialdemócrata –“Mi verdadero enemigo es el mundo de las finanzas”, afirmó en campaña- y con la promesa de no perjudicar a las clases medias ni erosionar el modelo social. O sea, de no aplicar la austeridad que exigía Berlín ni hacer reformas tan impopulares como la laboral.

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