Home Orbe “La de Siria, la peor guerra de nuestra generación”

“La de Siria, la peor guerra de nuestra generación”

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Los civiles sirios mueren ante la inacción de la comunidad internacional

La comida para bebés, difícil de encontrar, alcanza casi los 10 euros. Alimentos como la carne se acercan al prohibitivo precio de 40 euros. El jefe de respuesta humanitaria de la ONU, Stephen O’Brien, acusó a principios de la semana pasada a ambos bandos de no facilitar la supervivencia de los civiles.
Aplastados por los escombros de sus propias casas, abatidos por las balas, asfixiados por la caída de contenedores de cloro o, simplemente, muertos de hambre. Los civiles han acabado siendo los mayores perdedores en Siria, una guerra más. Al menos 225 de ellos, entre ellos 27 niños, han muerto desde el asalto final del fin de semana en el este de Alepo. Cerca de 27 civiles, 11 de ellos niños, murieron desde el 15 de noviembre en el lado oficialista.
Siria acumula 400.000 cadáveres desde el inicio del conflicto, hace cinco años y medio. Más de nueve millones de personas han tenido que refugiarse en otros rincones del país o fuera de él. Así se forjó una crisis de refugiados, resuelta torticeramente por la Unión Europea mediante un pacto con Turquía que ha convertido su tragedia en un bien de mercadeo.
El lunes el este de Alepo, repleto de civiles escapando con las manos vacías y entre tiroteos de uno y otro bando, escenificaba el caos humanitario.
“Ciento, noventa y tres naciones testimonios de la peor guerra de nuestra generación. El Consejo de Seguridad de la ONU se creó para proteger a los civiles. Ha fallado totalmente”, denunció con un tuit Jan Egeland, responsable de la fuerza de la ONU para acceso humanitario a Siria.
Fue de los únicos que desde Naciones Unidas habló el lunes del este de Alepo, donde no ha entrado ayuda humanitaria desde el pasado julio y ningún esfuerzo de blindar un alto al fuego ha tenido fruto.
Los precios se han disparado en el área alepina asediada. Según los mismos residentes un elemento esencial y barato como la sal, que hace unas semanas costaba menos de un euro, ahora está próximo a los 10. Del mismo modo el azúcar se ha encarecido hasta casi los 13 euros.