Mochilazo en el tiempo

– Gregorio Cárdenas mató a cuatro mujeres. Al salir de prisión, luego de 34 años, fue ovacionado en la Cámara de Diputados. Aquí la historia de quien también visitó este diario

El asesino serial que Echeverría perdonó
Mario Caballero
Gregorio Cárdenas Hernández era un joven de 26 años cuando se convirtió en asesino serial, luego de matar a cuatro mujeres, todas menores de edad y a quienes estranguló con cintas y sogas. A una de ellas, incluso, la cortejaba constantemente: Graciela Arias Ávalos, estudiante de bachillerato. A las cuatro las enterró en el patio de su casa, en la calle de Mar del Norte número 20 de la colonia Tacuba.
“El Goyo Cárdenas”, como se le conoció, había obtenido una beca de Pemex para estudiar Ciencias Químicas, pero luego que se descubrieron sus asesinatos fue ingresado en la cárcel de Lecumberri el 13 de septiembre de 1942, en al pabellón de enfermos mentales. Por ley, la sentencia máxima llegaba a los 20 años de prisión, pero para él la condena fue de más de 30.
Durante su estancia en la cárcel mostró una conducta intachable, se dedicó a leer poesía, a pintar cuadros, escribió varios libros, entre ellos “Celda 16”, hasta se hizo una radionovela de su historia. Memorizó el Código Penal e inició dentro de prisión su carrera como abogado, resolviendo muchos casos de sus compañeros que al final salieron libres.
En una entrevista publicada en EL UNIVERSAL GRÁFICO del 9 de septiembre de 1942, el día en que fue llevado a reconocer los cuerpos de sus víctimas, él mismo señaló que su odio hacia las mujeres y su instinto asesino se originó después de que se divorció de su primera esposa Gabina Lara González, quien le había sido infiel.
En la charla con el reportero Julio Barrios, el “Goyo” describió que estando frente a las mujeres de repente le “hervía la sangre” y salía de él una bestia, hasta describió con sus manos cómo las estrangulaba. También afirmó que estaba profundamente arrepentido por todo lo que hizo. La gente le llamaba el “Estrangulador de Tacuba”.
Años después, el abogado Salvador Salmerón decidió llevar el proceso de este asesino, incluso logró su traslado de Lecumberri al reclusorio Oriente, donde pasó sus últimos días en prisión. Así, el 8 de septiembre de 1976, con el indulto otorgado por el presidente Luis Echeverría Álvarez, obtuvo su libertad luego de 34 años de haber estado encarcelado.
Al salir de prisión, el “Goyo” fue invitado por el secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, a la Cámara de Diputados. La intención era mostrarlo como ejemplo del recluso que lograba integrarse a la sociedad y por haber conseguido en él la aplicación, con éxito, del sistema correccional. Ese día el hombre de 60 años, un asesino serial, fue ovacionado por los diputados.
Entrevista con la esposa del “Goyo”. Durante ocho días de agosto de 1976, y 18 días antes de que “Goyo” saliera de prisión, el reportero de EL UNIVERSAL GRÁFICO Guillermo Ledezma publicó una serie de artículos periodísticos sobre la vida del famoso asesino.
La primera entrega, el 18 de agosto, fue una entrevista con la segunda esposa, Gerarda Valdés, a quien conoció antes de ser encarcelado; se casaron en 1953 y procrearon cinco hijos, todo esto ocurrió mientras él estaba preso.
Durante la entrevista en casa de la familia del “Goyo” (que mandó construir desde prisión con lo que obtenía de sus pinturas y casos que llevaba), la señora Gerarda dijo: “Esperamos que llegue al hogar donde se le respeta, se le ama, porque ha demostrado que es un hombre normal, comprensivo y cariñoso conmigo y con sus hijos”.
La charla fue en el estudio, entre cuadros al óleo firmados por Goyo.
“El amor que siento por él, a pesar de todo, es indestructible. Estamos casados desde hace 22 años. Pero nos conocíamos desde antes, pues éramos vecinos en las calles de Violeta, en la colonia Guerrero. Después él y su familia se cambiaron de colonia, pero seguí frecuentándolo. Luego vino aquello (cuando Cárdenas saltó a las páginas de la nota roja)…¿Cómo me enamoré? Bueno, y usted ¿cómo se enamoró de su esposa? Ya ve. Todo sucede como le ocurre a la gente normal, cuando existe el verdadero amor. Goyo es una persona normal. Siempre ha estado sano. ¿Usted se casaría con una persona enferma?”, relataba emocionada la mujer.
—¿Y los cuadros?
—Mi esposo ha presentado varias exhibiciones. Una de ellas en el Hotel Camino Real, otra en el Palacio de los Deportes. En todas han tenido mucho éxito, casi todos sus cuadros se vendieron entre cuatro, cinco y seis mil pesos.
Su visita a EL UNIVERSAL. El 3 de diciembre de 1991, alrededor de las dos de la tarde, Goyo Cárdenas visitó esta casa editorial. El reportero de nota roja de EL UNIVERSAL, Ángel Marín Ramírez, se presentó a trabajar como solía hacerlo: vestido estilo detective. Llegó directo al Archivo Fotográfico acompañado de un hombre alto, de tez morena, con anteojos bifocales, de mirada penetrante, escaso cabello y muy callado.
—Buen día señores —exclamó el reportero—. Les presento a Gregorio Cárdenas Hernández. Adelante “Goyo”.
“Goyo” Cárdenas miró fijamente a las personas que laboraban en el archivo y los saludó con un apretón de mano, como si fuera un viejo conocido. Sólo una de las compañeras se “escondió” de inmediato detrás de un escritorio.
—Me permiten el expediente del señor “Goyo” —solicitó el reportero.
Una vez en sus manos, “Goyo” Cárdenas observó con extrema atención cada una de las fotografías, permaneció inmutable y acomodaba, de vez en vez, con su dedo índice el puente de sus anteojos, al tiempo que señalaba, a Ángel Marín, algún detalle que veía en las imágenes. Como acto seguido el reportero comentó a los presentes:
—“Goyo” Cárdenas es quien vivió por más tiempo en Lecumberri, aproximadamente 29 años, ¿verdad, Goyo?
El hombre que revisaba las fotos sólo asentó con la cabeza, y ante las preguntas del reportero aparentaba no escuchar y se dedicaba a mirar las fotos, principalmente en las que aparecía rodeado de su familia al salir de prisión.
De aquel momento ya no se sabe más, pues el reportero Ángel Marín —quien entre sus notas más destacadas publicó la cobertura del caso de Higinio, “El Pelón”, Sobera, un sádico asesino de los años 50— murió en 2014 y con él se llevó los detalles de aquella visita del “Goyo” Cárdenas a EL UNIVERSAL. Ya no pudo platicar cómo se dio el acercamiento entre el periodista y el asesino, y la razón por la que “Goyo” quería ver aquellos registros gráficos. En tanto, la historia de Gregorio Cárdenas Hernández terminó con su muerte en Los Ángeles, California, el 2 de agosto de 1999.

Related posts