Causas y azares

El ahora presidente electo, que perdió el voto popular pero rompió el dique de contención que Clinton y los demócratas habían conservado en el colegio electoral durante prácticamente toda la campaña, triunfó en 7 de los 13 estados clave

“A mis dos hijas, mexicoamericanas”.

Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas. Cuánta razón tenía Benedetti; el deplorable resultado de la elección presidencial estadounidense, a contracorriente de prácticamente todas las predicciones (incluyendo la mía) de analistas, estrategas electorales y encuestadores, nos dejan con el dilema de repensar las razones estructurales por las que venció Trump, así como la tarea impostergable de replantearnos —para quienes creemos en democracias liberales, multirraciales, abiertas, incluyentes, plurales, tolerantes y progresistas— las preguntas que nos tendremos que hacer, en México y en el mundo, yendo hacia delante. No podemos ni debemos caer en lo que ya ocurre, tanto en EU como en otros países, que es buscar normalizar el triunfo de la demagogia y xenofobia. Y tampoco podemos ignorar lo profundamente polarizado que quedó EU. Pero para anticiparnos a lo que viene, hay que contar con el mejor diagnóstico posible de lo que ocurrió el martes 8, incluyendo replantearnos no sólo cómo se levantan encuestas sino el papel que juegan redes sociales como barómetros electorales.
Confieso que escribir esta columna fue igual de ameno que una endodoncia. Y nada más doloroso que la geografía del voto. El ahora presidente electo, que perdió el voto popular pero rompió el dique de contención que Clinton y los demócratas habían conservado en el colegio electoral durante prácticamente toda la campaña, triunfó en 7 de los 13 estados clave. Ganó Florida, estado bisagra, por 1.3 puntos porcentuales, y le arrebató al Partido Demócrata Michigan, Pennsylvania y Wisconsin (estados que no habían votado por el GOP desde 1988 y 1984, respectivamente). Cinco estados sólidamente demócratas, sobre todo en el noreste, se corrieron hacia el centro por más de 5 puntos, reflejando la fortaleza de Trump con el voto blanco, rural y de cuello azul. Trece estados republicanos incrementaron sus márgenes de voto a favor del GOP por más de cinco puntos porcentuales sobre lo que Romney obtuvo en 2012. Con base en este mapa poselectoral, mi post mortem incluye cinco lecciones que considero relevantes.
1) Trump obtuvo el voto blanco (70% del electorado) por márgenes récord. En 1984, Reagan lo ganó por 20 puntos en la elección en la que demolió a Mondale con 525 votos del colegio electoral. Romney igualó ese porcentaje cuando perdió en 2012 con Obama. Trump superó a ambos con un margen de 21 puntos. No hubo ola de voto femenino ni hispano. La predicción de que la misoginia y el discurso xenófobo llevaría a niveles de votación récord con ambos grupos sencillamente no se materializó. Clinton ganó el voto de mujeres por 12 puntos, contra el margen de 11 puntos con el que Obama derrotó a Romney. En 2012, los hispanos conformaban el 10% del total del electorado; este año apenas llegaron a 11% y su apoyo al Partido Demócrata no alcanzó la cifra favorable a Obama de 2012. Ambos bloques fueron insuficientes para poder neutralizar el gran brinco en el voto blanco a favor de Trump.
2) El nivel educativo importó y mucho. En 2012, 50% de estadounidenses con titulación universitaria y 51% de quienes no contaban con una votaron por Obama. En esta elección, Trump arrasó entre este último segmento. Clases sociales, ahora crecientemente definidas por grado de escolaridad, se están erigiendo en la fractura social más relevante en EU.
3) Bernard Shaw apuntó que a los políticos y a los pañales hay que cambiarlos con frecuencia, y por las mismas razones. Esta fue una elección de cambio contra política de más de lo mismo, en la cual además prevaleció el pesimismo. Trump fue quien encarnó ambos sentimientos. Sólo uno de cada tres votantes consideraba que el país iba en general en la dirección correcta. Clinton ganó 90% del voto en este grupo, pero Trump ganó 69% del electorado que pensaba que EU iba en la dirección incorrecta. Los independientes entendían que Clinton estaba mejor preparada para ser presidente pero les importó más el cambio que la experiencia, y decidieron que votar por Trump era un riesgo aceptable. Además, el anuncio del director del FBI sobre Clinton y supuestos nuevos correos electrónicos resultó decisivo en decantar el voto de independientes e indecisos a favor de Trump en los días previos a los comicios.
4) El aumento en las primas de seguros médicos a mediados de octubre como resultado de la reforma de salud, el llamado Obamacare, cayó como petardo entre quienes se oponían a esta reforma. Trump derrotó a Clinton 89-11% entre ese sector del electorado.
5) Para cerrar les dejo la cita lapidaria de Leslie Moonves, presidente de CBS, en el sentido de que Trump era “terrible para EU, pero muy bueno para CBS”. Como pocas cosas, deja en evidencia el papel que la televisión en particular jugó en darle tracción mediática y electoral al ahora presidente electo.

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