Horrible no ser dueños de nuestro destino
● El presidente Peña Nieto reúne a sus ministros de Hacienda, Exteriores y Economía. El Banco de México se mantiene vigilante
El golpe vendrá por distintos frentes. Trump tendrá el poder de romper con el arcano de la economía mexicana: el tratado de libre comercio. Pero esa no es la única amenaza. Prometió recortar las remesas (15.000 millones de dólares en los siete primeros meses) e imponer aranceles. Todo ello converge en un punto: inestabilidad económica y, por tanto, menor inversión extranjera y fuga masiva de capital. En pocas palabras, el estrangulamiento de México
Estados Unidos acaba de cerrar el muro que le separa de México. Mucho más que el cemento y el acero, la elección de Donald Trump como presidente de la nación más poderosa del planeta supone el fin de una era de concordia y el inicio de una hostilidad política de consecuencias imprevisibles.
No sólo se trata de la amenaza de deportaciones masivas, muros físicos y estrangulamiento económico; es ante todo el triunfo de una ideología xenófoba y vociferante que ha ganado votos pisoteando el orgullo de su vecino del sur. Con Trump, la pesadilla de México se ha hecho realidad.
Las fronteras suelen unir más que alejar. Pero con el republicano en la Casa Blanca, la línea divisoria se ha expandido más allá de sus 3.142 kilómetros para adentrarse en un territorio poblado por el odio.
Fue Trump quien hace más de un año rompió cualquier contención política al acusar a los mexicanos de traer “drogas y violadores” a su país. Y fue él quien propuso construir un muro y poner fin al Tratado de Libre Comercio. Desde entonces su retórica no ha abandonado la beligerancia antimexicana.
Ni siquiera la visita-bomba a México a finales de agosto sirvió para frenar sus exabruptos. Trump convirtió aquella reunión en Los Pinos en un acto más de su campaña y usó la mano tendida por el presidente Enrique Peña Nieto para abofetear a su rival demócrata. Horas después, completó la humillación al sentenciar: “Los mexicanos aún no lo saben pero pagarán el muro”.
Pese a esta incandescencia permanente, hay quien espera que la púrpura presidencial calme al vencedor. “Ningún presidente de EU vence pensando en ayudar a México. Pero con Trump todo es más dañino. Esperemos que la realidad le ponga en su lugar”, señala el patriarca de la izquierda mexicana, Cuauhtémoc Cárdenas. Puede que este vaticinio sea cierto y que el republicano se modere en el futuro, pero en este momento todas las alarmas están encendidas en México. La primera, la económica.
La victoria de Trump traerá una drástica devaluación del peso. Las agencias internacionales calculan una caída del 20% en estos primeros días. Un desastre histórico para una divisa que, debido al efecto Trump, ya ha perdido un 25% frente al dólar en algo más de un año y que hace un mes llegó a ser la moneda más vapuleada del mundo.