Home Nuestra Palabra PEDAZOS DE VIDA

PEDAZOS DE VIDA

0

Los muertos que no se van

 

 

I

Se había cansado de caminar, se había cansado de continuar, de ser ignorado por todos y corrido por muchos más. Su cuerpo de viento se rompía, se desintegraba entre la gente y se volvía a configurar. Era como un rompecabezas eterno, como una broma que el destino había querido jugar, era sin ser y sin ser era lo único que era. Un fantasma nada más, ¿Cómo matar un fantasma?

 

II

Llegó a casa, comió y bebió. Había salido del trabajo un par de hora antes, así que avisó que se adelantaría a casa para comer, tenía hambre. Ahora estaba satisfecho, no necesitaba nada más. De pronto miró por la ventana, no estaba el carro, “se lo robaron” pensó, en tanto salía a la calle a buscarlo. Nadie sabía nada, nadie le respondía, y si no hubiera sido por la forma en que vio como entró su cuerpo dentro del ataúd a la casa, jamás se habría enterado de que aquella tarde, se había quedado sin vida.

 

III

La abuela se levanta temprano, entra a la cocina y pone en el fogón la olla de los frijoles, ya está listo el nixtamal, es hora de llevarlo al molino para convertirlo en masa y hacer con esta las deliciosas tortillas que se inflan como globos en el comal.

La abuela es madrugadora, se duerme temprano y se levanta temprano, a las cinco de la mañana con el primer canto del gallo, ya se le ve sentada en la cama, peinando su larga trenza, luego a la cocina, una vez más.

Yo digo que es la abuela, porque sus pasos se siguen escuchando justo después de las cinco de la mañana, luego el ruido en la cocina, estoy seguro de que es ella, porque ya la vi, y ella también me vio, para luego convertirse en humo y desaparecer.

 

IV

Ellos no se van, aunque ya no los veamos, siguen con nosotros. Les ponemos mayor atención un día al año, el Día de Muertos, entonces los recibimos y los atendemos, los recordamos e intentamos estar con ellos, como si los viéramos, los sintiéramos y los escucháramos. Sin embargo, ellos se han quedado con nosotros ellos no se van, se quedan en nuestros gentes y enseñanzas, en vivencias y recuerdos, se quedan en cada momento en que recordamos que hemos tenido a alguien con quien platicar, convivir e incluso levantar una copa.